Los jefes de Estado árabes expresaron hoy su rechazo a reconocer a Israel como Estado judío en su cumbre anual celebrada en Kuwait, en la que también abogaron por una solución política a la guerra en Siria.
El proceso de paz y el conflicto sirio fueron dos de los temas principales de la agenda de la XXV Cumbre Árabe, que concluyó hoy tras dos días de conversaciones con un espaldarazo a la postura palestina.
Según la resolución final de la reunión, la llamada Declaración de Kuwait, el rechazo a las demandas israelíes de reconocer Israel como Estado judío es "absoluto y definitivo".
Este asunto es uno de los escollos en las actuales conversaciones de paz entre palestinos e israelíes, auspiciadas por Estados Unidos, que en ocho meses han logrado escasos avances.
Los mandatarios árabes responsabilizaron a Israel de obstaculizar el proceso de paz, con medidas como la construcción de asentamientos en territorios palestinos ocupados.
El presidente palestino, Mahmud Abás, se reúne hoy en Ammán con el secretario de Estado estadounidense, John Kerry, quien trata de impulsar las conversaciones de paz con Israel y extender la actual ronda de negociaciones, que expira el próximo 29 de abril.
En la cumbre, la Liga Árabe pidió al Consejo de Seguridad de la ONU hallar una solución al conflicto árabe-israelí sobre la base de la creación de dos Estados y el regreso de Israel a las fronteras de 1967.
También respaldaron la "legitimidad" de Abás e instaron a la reconciliación palestina -entre las facciones rivales Fatah y Hamás- y a la creación de un gobierno de unidad.
Sobre la guerra en Siria, el ministro kuwaití de Exteriores, Sabah al Jaled al Sabah, advirtió en rueda de prensa al fin de la cumbre de que esta "amenaza la estabilidad de todos los países árabes, por lo que se requiere seriamente trabajar por una solución pacífica".
El secretario general de la Liga Árabe, Nabil al Arabi, reiteró, por su parte, su llamamiento de alto el fuego mediante una resolución obligatoria del Consejo de Seguridad, la liberación de los presos políticos y el inicio de una reforma política verdadera.
La Declaración de Kuwait también condenó los "asesinatos colectivos" perpetrados por el régimen sirio y reiteró su "solidaridad con el pueblo sirio en sus demandas de libertad y democracia".
Además, urgió a la comunidad internacional a "hallar una solución política conforme al acuerdo de Ginebra 1, que permite al pueblo sirio el traspaso pacífico del poder", en alusión al pacto que estipula la formación de un gobierno de transición.
Otro de los asuntos controvertidos de la cumbre fue la posición de la Coalición Nacional Siria (CNFROS), principal alianza opositora, que fue reconocida como "representante legítimo del pueblo sirio", pero a la que no se ha otorgado el asiento de Siria en la Liga Árabe, vacío desde 2012.
El presidente de la CNFROS, Ahmed Yarba, pidió ayer a los países árabes que le concedan ese puesto y las embajadas sirias en sus respectivos Estados, así como armas para los rebeldes.
Sin embargo, sus peticiones no fueron escuchadas. Al Arabi explicó que la alianza opositora está invitada a participar en las reuniones próximas de la Liga Árabe de "manera excepcional, sin que esto suponga obligaciones jurídicas" para la organización.
Preguntado por la demanda de armar a los rebeldes sirios, el ministro kuwaití subrayó que el suministro de armas a la oposición nunca ha sido propuesto por la Liga Árabe.
La guerra en Siria y la crisis en Egipto han supuesto un desafío para los lazos entre algunos países árabes (y recientemente entre los del Golfo), lo que ha quedado patente en la cumbre.
"Los lazos árabes son la esencia de la solidaridad árabe, por lo que nos comprometemos a trabajar para poner término a las divisiones", reza la resolución final.
Al Sabah calificó en la rueda de prensa de "preocupantes" estas diferencias, que llevaron a Arabia Saudí, Emiratos Árabes Unidos y Baréin a retirar a sus embajadores de Doha a principio de mes.
El jefe de la diplomacia kuwaití afirmó que las reuniones celebradas en la cumbre fueron "intensas y muy francas", y que espera "resultados positivos" en los próximos días.
Como muestra de esta crisis, a Kuwait no acudieron el rey saudí, Abdalá bin Abdelaziz; el presidente de Emiratos, Jalifa bin Zayed al Nahyan; y el rey de Baréin, Hamad bin Isa al Jalifa.