El FMI pone el foco de nuevo en Europa
Albert Camus, Walter Whitman, Robert Frost, Rainer Maria Rilke, Aristóteles... No hay un solo discurso previo a las reuniones semestrales del Fondo Monetario Internacional (FMI) en el que la directora gerente, Christine Lagarde, renuncie a echar mano de citas de grandes nombres de la cultura, de la filosofía, para explicar el ser o no ser de la economía mundial y su lánguida recuperación. Esta vez Lagarde se sirvió de Victor Hugo para concluir con un resultón “la perseverancia es el secreto de todos los triunfos” y explicar que la economía estaba ya saliendo del bache, pero que había que “perseverar juntos” para completar el viaje.
El Fondo, muy nervioso hace un año con la atonía de la economía europea, vuelve a poner el foco en el viejo continente: quiere que el Banco Central Europeo (BCE) actúe ya contra la excesivamente baja inflación, le preocupa que los países pierdan interés por impulsar las reformas económicas prometidas y sigue viendo una demanda interna muy débil. Y, por si faltaba la guinda, también la sombra de la crisis de Ucrania y los efectos en la región planean sobre las jornadas de primavera del organismo, que empiezan mañana.
El avance de los emergentes, además, ha perdido fuelle como motor de la recuperación desde hace un año, debido a la caída del precio de las materias primas y al inicio del repliegue de los estímulos de la Reserva Federal estadounidense, que está castigando la entrada de capitales.
La inflación se encuentra en la zona euro en un nivel del 0,5%, con datos de marzo, el nivel más bajo desde 2009, cuando el objetivo es del 2%, y si la situación persiste el ortodoxo BCE ya tiene asumido que tendrá que poner en marcha la máquina para empujar los precios: comprar activos y créditos baratos.Cuando Lagarde deja las citas célebres y opta por la cosecha propia, pronuncia frases sobre la economía como “el optimismo está en el aire: la etapa de hielo ha quedado atrás, y el horizonte es más brillante”, que dijo el pasado 15 de enero, pero los discursos del Fondo envejecen peor que las citas de Victor Hugo: aparecen nuevas sombras en la ya de por sí lenta reactivación global, como ese feo riesgo de deflación en Europa: una caída de los precios sostenida y generalizada que bloquea el consumo y la inversión.
“Una flexibilización adicional de la política monetaria en la eurozona es necesaria para elevar las perspectivas y lograr el objetivo de estabilidad de precios del BCE”, dijo Lagarde el miércoles, aplicando más presión al BCE, en un discurso en el que también recordó la importancia de la unión bancaria y la próxima revisión de activos de la banca. Pero el organismo europeo, que se reunía al día siguiente para decidir sobre los tipos, evitó aprobar medida alguna, aunque el aviso de que las tomaría surtió efecto en los mercados.
Los expertos coinciden en que el riesgo de deflación en la zona euro es bajo, pero la cosa empeora si se baja la lupa a cada país. “La periferia necesita tener precios más bajos que en Alemania, así que si la inflación alemana sigue en el 1%, España sí tiene riesgo de deflación, Alemania debería tener una tasa del 2,5% para que la periferia tenga ese margen”, advierte Xavier Vives, profesor de Economía y Finanzas de la escuela de negocios IESE.
El FMI prevé un aumento del PIB para la zona euro del 1% en 2014 y del 1,4% en 2015, aunque el martes publicará sus nuevas previsiones. En global, la directora gerente avanzó la semana pasada que proyectaba “una mejora modesta” respecto a 2013, cuando el mundo en conjunto creció un 3%.Los precios de la energía tienen mucho que ver con esta baja inflación, pero también una demanda que en Europa está lejos de recuperar el vigor. Hace un año el FMI encendía el farolillo rojo sobre Europa por la lenta velocidad de su recuperación, entonces liderada por las economías emergentes, pero ahora la expansión de EE UU está ganado peso en el crecimiento global y los europeos continúan con un avance “modesto”.
Hay un dato especialmente significativo en la ensalada de números del FMI: en los últimos cinco años, los mercados emergentes y las economías en desarrollo han representado el 75% del crecimiento global, pero el repliegue de los estímulos monetarios está reequilibrando el avance. Lo que preocupa al organismo es que la corrección sea progresiva, controlada, por eso insiste esta primavera en pedir a la Reserva Federal “cooperación” y “una comunicación clara” que evite las sacudidas de los mercados y ese optimismo que, usando las palabras de Lagarde, está en el aire quede apartado por nuevos nubarrones.
EL PAIS