El Barça ha hecho un gran esfuerzo este verano para satisfacer las peticioones de los técnicos de cara a reforzar el primer equipo. El mecanismo a la hora de fichar suele conceder la prioridad más absoluta al área deportiva, que es la que predomina en las decisiones de la junta directiva. La junta directiva pone todos los recursos del club a disposición de los técnicos. Este verano, sin embargo, se ha producido una excepción cuando la decisión de hacer un fichaje determinado estaba ya tomada.
Se trata del colombiano Cuadrado, el jugador elegido por la dirección deportiva y por los técnicos para reforzar el carril derecho. La decisión estaba ya tomada y las gestiones calentando motores, pero no llegaron a ponerse en marcha por razones estrictamente económicas. La directiva, que raramente contradice a la dirección deportiva, vetó la operación.
Hay que tener en cuenta que el club barcelonista había fichado ya a Rakitic, Mathieu, Luis Suárez y los dos porteros, lo que suponía ya una inversión de 143 millones. Y faltaba todavía un central (Vermaelen acabaría costando 10 millones, más cinco en variables y otros 3,8 en variables más difíciles de alcanzar). Aunque se había efectuado el traspaso de Alexis y Cesc Fàbregas con una plusvalía notable para el club, el volumen de la inversión ya estaba justo en el límite recomendable, teniendo en cuenta además el aumento de la masa salarial de la plantilla después de las ampliaciones contractuales del pasado ejercicio.
En la decisión de desestimar el fichaje de Cuadrado, tomada tras el 'stage' de Inglaterra, cuando toda la plantilla entrenaba a las órdenes de Luis Enrique, pesaron también las reservas del colombiano para jugar de lateral, pero sobre todo fue una operación rechazada por el área económica. La dirección deportiva activó la opción Douglas y completó un gasto de unos 170 millones en fichajes, una inversión pensada para dos años.
MD
