Si alguien hubiera quedado en coma en 2001 y despertara hoy, se encontraría con un mundo muy distinto al que dejó. Luego de convencerle de que en serio Venezuela quedó cuarto en una Copa América, España ganó un Mundial y un hombre negro es el presidente de Estados Unidos, habría que enseñarle a hablar.
Sí a hablar, porque actualmente ni siquiera nos expresamos con las mismas palabras que usábamos en 2001.
¿Qué es un tuit? ¿Por qué les dicen selfies a las fotos? ¿Por qué les urge tanto tener wifi? ¿¡Qué es wifi!? El hombre que había permanecido dormido tiene muchas preguntas. Menos mal que tal personaje es hipotético y que la Real Academia Española publicó este jueves su nuevo diccionario con unas cuantas incorporaciones.
Bueno, unas cuantas no, son 5.000 las nuevas palabras que recoge la XXIII edición del “Diccionario de la lengua española”, que ahora logra el récord de 93.111 entradas con un total de 196.439 acepciones de las cuales 19.000 surgieron en América Latina.
La primera vez que la Real Academia Española pudo compilar todas las palabras que consideraba válidas en una sola publicación fue en 1780, y la última precisamente en 2001. Lo que parece que ocurrió con esta edición de 2014 es que sus académicos entendieron que si omitían los cambios de los últimos 13 años, estarían condenándose a sí mismos a la desaparición.
Por eso el director del proyecto, Pedro Álvarez de Miranda cree que este nuevo diccionario “aspira a ser panhispánico” y, según declaró a los medios españoles, “ha eliminado muchas entradas y depurado acepciones, tiene novedades en su presentación con un esfuerzo en la modernización lexicográfica, más claridad en la organización interna gramatical referida; por ejemplo, a las acepciones, marcas sobre origen de la palabras o si es despectivo, malsonante o coloquial, y por primera vez se imprime en papel semibiblia”.
Los preciosos americanismos
Con 474 millones de hablantes, el español es el tercer idioma más usado en el planeta después del mandarín y el inglés. Más allá de las fronteras españolas, es lengua oficial en Sahara Occidental, en Guinea Ecuatorial y en 19 países de América sin contar con que 50 millones de personas lo hablan en Estados Unidos y 12 millones en Brasil. Por eso esta nueva edición del “Diccionario de la lengua española” suma 19.000 americanismos que hace rato son de uso frecuente.
Como ya existe el “Diccionario de americanismos”, el cual tiene más de 70.000 entradas, por cuestión de espacio el Diccionario de la lengua española incluye solo a los que son utilizados en al menos tres países. En ese sentido, se sumaron palabras como amague (indicio o señal de algo que finalmente no llega a suceder) o amigovio (persona que mantiene con otra una relación de menor compromiso formal que un noviazgo).
De todas formas este nuevo diccionario va mucho más allá de las adaptaciones regionales, pues se permitió aceptar con más holgura el impacto de otras lenguas sobre el español así como las tecnologías que han venido cambiando el mundo y por lo tanto el idioma.
La lengua siempre es polémica
Ahora que todo el mundo busca con esmero lo políticamente correcto para que nadie se ofenda, el permanente debate sobre las publicaciones de la Real Academia Española se hace más visible. Por eso Álvarez de Miranda insiste en que la RAE es consecuencia de la realidad y no puede ceder ante todos los requerimientos, tal y como quedó claro cuando en 2012 fueron rechazadas nueves propuestas para modificar el idioma y hacerlo menos sexista, pues todas tenía errores evidentes porque en ningún caso se valieron de la participación de un lingüista.
“No podemos edulcorar la lengua para así edulcorar una realidad, sostiene Álvarez de Miranda, sobre lo que había dicho en 2013 el presidente de la Academia Venezolana de la Lengua, Francisco Javier Pérez, que aunque “es cierto que las sociedades son discriminatorias, las lenguas no lo son. Las lenguas lo que hacen es reflejar el fenómeno. Somos las personas las que agredimos, las que insultamos y las que discriminamos”.
Sin embargo, la Real Academia Española ha modificado ciertas acepciones en este nuevo diccionario como para evitar conflictos innecesarios. “Había definiciones memorables y es lo que hemos hecho, pero eso no quiere decir que el resultado sea un producto absolutamente aséptico y ajustado a los cánones de una corrección política extrema ni mucho menos”.
Por ejemplo, de la palabra femenino han desaparecido los adjetivos de débil y endeble así como a masculino le fueron quitadas las acepciones de varonil y enérgico.
Además, este diccionario aclara que ya no se puede considerar que gallego sea sinónimo de tonto o tartamudo ni que lo rural sea “inculto, tosco o apegado a lo lugareño”.
Pero, como advierten los académicos, no se cedió en todo. Por eso sudaca sigue sirviendo como palabra despectiva en España contra los suramericanos y en la palabra marica dice: 1. Femenino. 2. Dicho de un hombre: Apocado, falto de coraje, pusilánime o medroso. 3. Dicho de un hombre homosexual.
Tampoco podemos decir todavía selfie, parece que es muy pronto, pero por ahora sí podemos tomarnos una birra y escribir con todo el orgullo del mundo que somos blaugranas.
En todo caso, según aclaró el secretario de la Academia y coordinador de las comisiones que elaboraron el diccionario en cuestión, ha venido aclarando que “la RAE no promociona palabras, sino que registra lo que se impone, lo que la gente utiliza”. Por eso a algunos les pareció que la palabra tuit ingresó demasiado pronto al canon, quizá los mismos que aún se preguntan cuándo vallenato ingresará y dejará de ser solo un americanismo.EFE