Rebeca Grynspan (1955, San José, Costa Rica) ríe, gesticula y derrama energía ahí por donde pasa. Ella dice que es una optimista enfermiza y nadie duda de que incluso esa actitud sea contagiosa. La nueva titular de la Secretaría General Iberoamericana asumió en abril el reto de insuflar nuevos bríos a una organización que en los últimos años ha languidecido. Antes fue vicepresidenta de Costa Rica y secretaria general adjunta de Naciones Unidas.
Pregunta. ¿Qué le falta a la Cumbre Iberoamericana?
P. ¿Y cómo juzga entonces la ausencia de Brasil o Argentina, países fundamentales en el área? En el caso de la presidenta argentina, además, acaba de participar en una cumbre de la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur), en Ecuador.
R. Estoy convencida de que la voluntad de todos los presidentes era venir. Brasil ha enviado al vicepresidente; y en el caso de Argentina, hay que respetar el estado de salud de la presidenta. Y si acudió a Ecuador, fue porque se desvelaba el busto de Néstor Kirchner.
P. Latinoamérica vive un momento de estancamiento económico, con una fuerte desaceleración.
R. Vamos a pasar años de bajo crecimiento. Ha habido una desaceleración más pronunciada de lo esperado, pero también es verdad que la América Latina actual no es la misma que la de la crisis de los ochenta. El bajo crecimiento es preocupante y puede generar tensiones sociales, pero nadie espera una crisis generalizada.
P. La región sigue siendo la que mayores índices de desigualdad muestra.
R. Hay que impedir que se retroceda en lo avanzado en el descenso de la pobreza y la desigualdad. En ese sentido, la mejora de la productividad es esencial. Por eso tenemos que entrar aceleradamente en la sociedad del conocimiento, porque esta región solo podrá producir empleos de calidad mejorando la productividad.
P. A la desigualdad se suma la violencia, sobre todo, en Centroamérica y México. ¿Qué medidas piensa adoptar la cumbre?
R. Es un tema fundamental, pero que tratan otros organismos. Aun así, la agenda de la cumbre, al centrarse en educación, cultura e innovación, incide en la prevención. Son necesarios para permitir el desarrollo y la paz.
P. ¿Qué lugar ocupan estas cumbres en la arquitectura latinoamericana?
R. El espacio iberoamericano no debe tratar de sustituir al latinoamericano. Pero esta es la única organización que hace de puente entre los dos lados del Atlántico. El espacio iberoamericano no es un invento de la cumbre, es algo que ha existido durante siglos por los flujos del comercio, la migración, la cultura, familia…
P. ¿Y no es devaluar la cumbre hacerla bienal?
R. Es un acierto. No es posible profundizar en los mandatos de los presidentes y tener resultados yendo de cumbre en cumbre todos los años. Que sean bienales nos permite llegar con resultados a la cumbre. Y habiendo madurado las ideas. La acumulación de mandatos no es la forma más eficiente y eficaz de realizar esta labor.
P. ¿Bajo qué condiciones consideraría un éxito la cumbre?
R. Hemos presentado una declaración con propuestas muy concretas en educación, cultura e innovación. Si los presidentes la avalan y nos dan un mandato firme para desarrollar estos programas será un éxito.
P. ¿De esas tres patas cuál es la prioritaria?
R. Están muy relacionadas y son muy concretas. En educación hay dos apuestas: la alianza por la movilidad académica de estudiantes, profesores e investigadores; y el programa de combate al analfabetismo. En cultura, la agenda digital, y en innovación, el portal de movilidad de los investigadores, y la aplicación a la salud de la tecnología de la información y la comunicación.
P. ¿Qué objetivo se han puesto para ese programa de movilidad académica, el llamado Erasmus iberoamericano?
R. Es una apuesta de riesgo y hemos establecido una meta ambiciosa. En los próximos cinco años queremos lograr 200.000 movilidades académicas, es decir, 40.000 al año. Hoy en día andamos por unas 10.000 movilidades.EL PAIS