AVN.- En la zona norte de Maracaibo, casi escondido entre los nuevos conjuntos residenciales y el ajetreo de la ciudad, un paraje lleno de espiritualidad celebra desde hace 56 años el nacimiento del Niño Jesús: el Pesebre de Canchancha.
Más de 300 metros cuadrados habitados por pastores, pescadores, ovejas, burros, gallos, madres y niños, colocados cuidadosamente entre desiertos, lagos, árboles, musgos y tunas, conforman un pesebre nacido de la costumbre de Guillermo Cifuentes, un nicaragüense que se sembró en los otrora hatos ubicados al norte de la capital del estado Zulia.
Desde la llegada a su nuevo hogar, junto a su esposa María de la Cruz Gómez y sus cuatro hijos, Cifuentes visualizó el espacio para colocar su pesebre.
Bajo el cobijo de un arbolito de uva de playa y sobre un metro cuadrado nacería lo que se inició como una tradición familiar y que hoy es Patrimonio Cultural de Maracaibo.
Desde ese mismo momento el pesebre comenzó a ser visitado por los vecinos cercanos y cada diciembre iban tomando espacio una, dos, tres y más figuras regaladas por los visitantes que hacían expandir el poblado, que más tarde se enriqueció con otras piezas traídas de Belén y de otras partes del mundo.
Hoy el patrimonio del Pesebre de Canchancha alcanza las 2.000 figuras, de las cuales se van rotando en cada jornada entre 250 y 400.
Así fue creciendo este lugar para el encuentro, para la tertulia y para los abrazos, dice Nicanor Cifuentes, el segundo de los hijos del creador del Pesebre de Canchancha, quien continúa la herencia luego de la siembra de su padre.
"Creo que estoy preparado para continuar con el legado de papá y seguir abonando el espíritu real del pesebre, que no es más que la creencia que uno tiene en la madre, en el padre, en los hermanos, en los hijos, en los animales (...) en la humildad", afirma emocionado el hacedor de pesebres, dramaturgo y poeta de 64 años, quien dice que pasó la niñez junto a sus hermanos entre ovejas y pastores.
Patio-pesebre
Desde la entrada al patio-pesebre el visitante se topa con un poblado que en esta jornada cuenta con 250 piezas dispuestas en los 300 metros cuadrados conformados por un desierto, un santuario, un lugar de oración y la réplica del lugar donde nació Jesús, construida por el artífice del lugar, Guillermo Cifuentes.
El pesebre de Canchancha tiene en su corazón la presencia de la nación wayuu, del nacimiento indígena de América haciendo hermandad con el pueblo criollo o alijuna, en idioma wayunaiki .
"Aquí está el sentimiento indígena, el reconocimiento de hombres que mueren en defensa del territorio ancestral", dijo al tiempo de indicar que en Maracaibo hay muchos nacimientos, pero la diferencia es que éste se encuentra abierto a todos y donde, los 24 de diciembre, son muchas las familias que llevan al niño Dios para que nazca aquí, para luego llevarlo a su hogar.
Los integrantes de la familia Cifuentes, que se consideran custodios de este patrimonio marabino, trabajan la mitad del año dándole mantenimiento a las piezas y la otra mitad en el montaje al pesebre, del cual se siente parte Nicanor.
"Soy un pastor más. Esas no son simples figuras, no son objetos. Ese es un mundo de seres que representan la humildad del pesebre y de la pesebrería, una forma de resistencia amorosa", argumenta.
El espacio, cuya entrada es reconocida como el Solar del Niño Dios, donde se tiene previsto crear, con el respaldo de la Gobernación, un jardín para actividades culturales y talleres de pesebrería, está intacto ecológicamente, con un clima que no ha sido perturbado por el desarrollo urbanístico de la zona, rodeada por villas residenciales, centros comerciales y gran flujo vehicular.
Desde el pasado 21 de diciembre, día de la apertura, cientos de marabinos y visitantes llegan hasta Canchancha a visitar el pesebre, donde Nicanor y su familia los esperan con un pequeño vaso de vino, en especial los días 24, 25 y 31 de diciembre, 1 y 6 de enero y el 2 de febrero, día de la Virgen de La Candelaria y cierre del "calendario de abrazos", los cuales en 2015 se extenderán con una programación todo el año.
Este viernes 26, poetas de Zulia tomarán el lugar para ofrecer sus obras al nacimiento del Niño Jesús. El 6 de enero la fuerza del tambor africano se apoderará del solar para rendir honores a este lugar donde desde hace 56 años se realizan encuentros para fortalecer "estados concientes, amorosos y visiones en defensa de la ecología y la espiritualidad".