Cientos de miles de personas salieron a recorrer las calles de Río de Janeiro para festejar el comienzo anticipado del "carnaval da rua" (carnaval de la calle), protagonizado por los populares "blocos" (comparsas).
En contraposición con las mundialmente conocidas escuelas de samba que desfilan en el mítico sambódromo, a donde sólo aspiran a acceder aquellos que puedan permitirse pagar el alto precio de una entrada, los "blocos", una suerte de comparsas populares que han recuperado en los últimos años un protagonismo perdido durante décadas, permite que cualquier persona participa gratuitamente en su fiesta.
El pistoletazo de salida lo dio el popular "bloco" Desliga da Justiça, que con sus disfraces de fantasía rinde homenaje a todos esos superhéroes que habitan en las viñetas de los cómics.
Apenas una hora después de que el Ayuntamiento volviese a declarar el estado de normalidad tras las lluvias torrenciales que anoche anegaron algunos barrios de Río de Janeiro, miles de personas disfrazadas se unieron a la fiesta para seguir a esta comparsa por las proximidades de Gavea, barrio en la zona sur de la ciudad.
Los 12.000 espectadores que participaron en la fiesta de esta comparsa, según datos de los organizadores, disfrutaron con las numerosas composiciones que abordaban, entre otros, diversos temas de actualidad, como el pasado Mundial de fútbol de Brasil o la creciente popularidad de los palos extensibles para hacerse autorretratos.
El ambiente festivo no impedía que la gente aprovechara sus disfraces y sus canciones para criticar algunos asuntos que marcan la actualidad de Brasil.
Ataviado con una suerte de traje de policía, con un fajo de billetes falsos en la mano y un cartel en la gorra que rezaba "lava-jato", en referencia al escándalo de blanqueo de dinero que viene salpicando a la petrolera Petrobras desde hace meses, Nelson Carlos da Silva no tenía ningún problema en explicar el porqué de su disfraz.
"Es una forma limpia de protestar, sin agresividad", comentaba a Efe con una enorme sonrisa en los labios.
Entre la multitud de asistentes brasileños, numerosos turistas contemplaban con cierta sorpresa el espectáculo que se desplegaba ante sus ojos.
Y es que los "blocos" desprenden un aroma a libertad y a hermanamiento difícil de encontrar en ningún otro lugar.
Por todo ello no es de extrañar que estas casi dos semanas que quedan antes de que comience el carnaval prometan ser días de auténtica locura, diversión y desenfreno para todos los cariocas. Justo eso que el carnaval nunca debió dejar de ser.
EFE