El consumo privado, que aporta cerca del 56% de la demanda nacional, sigue tirando del crecimiento del PIB español, pero el aumento de las exportaciones no logra ya compensar el efecto que tiene ese incremento del gasto de los hogares en las importaciones. Los últimos datos de contabilidad nacional, detallados este jueves por el INE, confirman que el PIB creció en verano un 0,8% en tasa trimestral, dos décimas menos que en trimestre anterior (1%). En la comparación con el mismo periodo del año anterior, el valor añadido generado por la economía española es ya un 3,4% superior.
El gasto de los hogares sí creció a mayor ritmo que entre abril y junio, (una tasa trimestral del 1%, frente al 0,9% del segundo trimestre), con lo que el avance del consumo privado registrado en verano marca un nuevo máximo desde el cuarto trimestre de 2007. Por el contrario, el aumento de la inversión perdió fuelle (1,1% frente al 2,4% del trimestre anterior).
En la comparación anual, ese patrón se reproduce: el 3,4% de avance en el tercer trimestre respecto al mismo periodo de 2014 se debe a que la demanda interna aumenta su aportación al crecimiento (de 3,3 a 3,9 puntos porcentuales), mientras que el sector exterior resta más que en el trimestre anterior (-0,5 frente a -0,1).Al afianzarse la recuperación, la economía española ha vuelto a su patrón tradicional de crecimiento: el repunte de la demanda interna se traslada a un crecimiento notable de las importaciones, que no puede ser contrarrestado, como sí ha ocurrido durante buena parte de la crisis, por la mejora de las exportaciones, limitadas ahora además por el estancamiento del comercio mundial. Así, las importaciones de bienes y servicios, un gasto que resta en el PIB, crecen al 4% en el tercer trimestre, mientras que las exportaciones, aún duplicando el ritmo de avance del trimestre anterior, lo hacen al 2,8%.
Hasta septiembre, la economía española crece a un ritmo anual del 3,1%, y ese es el pronóstico que mantienen ahora la mayoría de analistas privados, organismos internacionales y el Banco de España para el conjunto de 2015. Un vaticinio en el que influye el deterioro de las persepectivas mundiales, condicionadas por el frenazo de China y la recesión de otros emergentes (Brasil y Rusia), y que parte de la predicción de que, en el último trimestre, la economía española crecerá a un ritmo similar o ligeramente inferior al del verano.
Previsión oficial optimista
El Gobierno, sin embargo, se aferra a su previsión, mas optimista (3,3%). “El ritmo de recaudación no es compatible con una desaceleración a final de año”, proclamó esta semana el ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, quien también inisistió en que, por eso mismo, el recorte del déficit se ajustará al objetivo previsto (4,2% del PIB), algo en lo que tampoco coinciden la mayoría de analistas.
Para que se cumpla la previsión de crecimiento que maneja el Gobierno, la economía española no solo no debería desacelerar, si no que tendría que lograr el mayor avance trimestral de la crisis (por encima del 1%) en el tramo final del año. Pero las estadísticas que certificarán hasta donde llegará el crecimiento o el recorte del déficit este año no llegarán hasta después de las elecciones generales del 20 de diciembre.
En cualquier caso, la recuperación de la economía española, más tardía y desde niveles más bajos, doblaría en 2015 el ritmo de crecimiento previsto para la zona euro. La última previsión del FMIcoloca a España como la cuarta economía más pujante de la eurozona este año, detrás de Irlanda (4,8%), Luxemburgo (4,4%) y Eslovaquia (3,2%). El balance es el opuesto si se tiene en cuenta el conjunto de la legislatura, en la que pesa la recesión sufrida en los dos primeros años, más intensa de lo previsto inicialmente.