Las mujeres jóvenes con periodos menstruales irregulares tienen mayor
riesgo de desarrollar y, posteriormente morir, de cáncer de ovario,
según un reciente estudio llevado a cabo por un equipo de científicos
del Public Health Institute’s Child Health and Development Studies en
Oakland, California (EE.UU.).
El trabajo evidencia que la falta de “regla” o los ciclos anormalmente largos aumentan el riesgo de cáncer ovárico.
Tener
menos ciclos ovulatorios ha sido considerado siempre como un factor
protector contra este tipo de cáncer, de ahí que las píldoras
anticonceptivas, la ligadura de trompas o incluso quedarse embarazada
-métodos que paran la ovulación- hayan sido tratados como herramientas
para reducir el riesgo de cáncer de ovario.
A pesar de que
el cáncer de ovario representa apenas el 3% de todos los cánceres
femeninos, se trata de la principal causa de muerte por cáncer
ginecológico.
Los primeros síntomas suelen pasar desapercibidos y
tampoco existen marcadores claros para identificar los grupos de mayor
riesgo (fuera de la herencia genética o la edad), por lo que cuando se
detecta, ya suele ser tarde.
Factores de riesgo claros
Para
hallar factores de riesgo más claros, los expertos analizaron datos de
más de 15.000 mujeres inscritas en un estudio sobre embarazo en 1959 con
un seguimiento durante toda la vida de las participantes y de sus
descendientes.
La media de edad al inicio del estudio fue de 26
años. De todas ellas, aproximadamente el 13% presentaba periodos
menstruales irregulares.
Durante los siguientes 50 años,
116 mujeres desarrollaron cáncer de ovario; 84 de ellas murieron. Según
el examen de los datos, las mujeres con antecedentes de regla irregular
tenían casi el doble de probabilidades de desarrollar cáncer de ovario y
de morir por ello a los 70 años en comparación con las mujeres con
periodos regulares. Esta
cifra aumentaba con la edad. Así, con 77 años, las mujeres con periodos
irregulares tenían casi 3 veces más posibilidades de tener cáncer de
ovario y morir, que las otras mujeres.
El riesgo de una menstruación irregular fue equiparable a tener antecedentes familiares de la enfermedad.
“Este
estudio es ciertamente curioso, porque contradice lo que creíamos saber
sobre el cáncer de ovario y la ovulación incesante. Además, si
validamos esto nos daría un factor más de evaluación de riesgos para
determinar a los individuos de alto riesgo en los que el cribado es
prudente”, afirma Mitchell Maiman, líder del estudio.
“La
investigación está empezando a mostrar que las características de los
ciclos menstruales pueden ser más importante que la cantidad. Este es un
primer paso que merece un vistazo más de cerca”, aclara Mia Gaudet, de
la Sociedad Americana del Cáncer
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