Abrumado por la fatiga, Ramzi Mohammed dio una fumada profunda a su cigarrillo, se recargó en la puerta de su ambulancia y recordó las escenas de las últimas seis semanas.
Ha visto combatientes despedazados por los estallidos de cohetes y fue baleado por intentar el rescate de rebeldes heridos. Tres días antes de la fecha de su boda, su prometida fue asesinada a manos de partidarios del gobernante libio Moamar Gadafi mientras él se esforzaba por asistir a los heridos en el campo de batalla.
Al igual que muchos otros doctores en la región oriental de Libia, Mohammed dejó la sala del hospital y se fue al frente, asumiendo un enorme riesgo por hacer lo que considera es su aportación a la revuelta.
“No sé manejar armas, así que ésta es mi forma de luchar por la libertad”, dijo Mohammed durante un receso a unos cuantos kilómetros detrás de las líneas del frente cerca de la localidad de Brega, donde se ubica una refinería. Tenía gafas con armazón metálico y llevaba puesta ropa quirúrgica y una bata de laboratorio.
Los médicos figuran entre los grupos más organizados en el bando rebelde desde que el 15 de febrero comenzó la sublevación contra el régimen de Gadafi, establecido hace 41 años.
Poco después del comienzo de la revuelta y de que los combatientes rebeldes comenzaran a avanzar hacia el oeste para capturar localidades en poder de Gadafi, equipos de doctores se turnaron la atención de los heridos en las zonas de combate.
Los médicos han establecido líneas de abastecimiento para el envío de medicinas y otros suministros esenciales a los hospitales más próximos al frente, el cual ha cambiado de ubicación intermitentemente en las últimas semanas en las costas arenosas frente al Mediterráneo.
Los médicos y choferes afirman que su dedicación al salvamento de vidas no les ha ganado la misericordia de las fuerzas de Gadafi, las cuales han disparado contra las ambulancias, destruyendo cuatro.
Cuatro doctores están desaparecidos y uno, un estudiante de medicina, murió de manera accidental en un ataque aéreo de la OTAN, dijo Gebreil Hewadi, médico y miembro del comité rebelde responsable de los asuntos de medicina en la insurgencia.
Otro doctor, Hatim al-Hodairy, dijo que cuando él y otros intentaban recuperar cadáveres en Ras Lanuf, una localidad con una refinería en el mar Mediterráneo, las fuerzas gubernamentales aprovecharon el momento para atacarlos.
“La presencia de algunos cadáveres en un campo atrajo bastantes personas”, dijo.
“Las fuerzas de Gadafi sabían que los parientes o amigos de los muertos intentarían recogerlos, y cuando lo hacíamos comenzaron a bombardearnos. Abandonamos el intento de recoger los cadáveres de lugares distantes”.
Para Mohammed, de 30 años y oriundo de Ajdabiya, los peores días también tuvieron lugar en Ras Lanuf, que ahora está en poder del gobierno.
A finales de febrero, los rebeldes avanzaban al oeste en una ofensiva desorganizada antes de que las fuerzas de Gadafi lanzaran un contrataque veloz que los puso en fuga hacia el este.
“Las fuerzas de Gadafi efectuaron tres tipos de bombardeos: por tierra, aire y mar”, dijo. “Convirtieron en blanco las ambulancias y atacaron a tres. En dos ocasiones yo iba en un coche que fue baleado. En una ocasión, el motor fue baleado. Tuve que salirme de inmediato e ingresar en otro vehículo. En el asiento trasero de mi coche iba un paciente, tuve que regresar y llevármelo. El aceite se escapaba del motor. Todo lo que pude hacer fue subirme y manejar”.
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