Una modesta asociación de la selva peruana plantea una controvertida manera de encarar el trabajo infantil buscando empleos dignos para los más de 2,1 millones de niños y adolescentes involucrados en actividades económicas en el país.
Hoy, como cada Primero de Mayo, una original procesión de niños trabajadores recorre las calles de Iquitos, en la selva peruana, llevando en andas sus imágenes que representan al "Niño Jesús de la caja" (un lustrabotas) y la "Niña Julieta del Pescado", organizados por la asociación La Restinga.
Esta agrupación, con sede en Iquitos y de la que forman parte quince personas entre voluntarios y trabajadores, pone en entredicho los programas de erradicación del trabajo infantil.
Su presidente, Luis González-Polar, consideró en una entrevista con Efe que las iniciativas de supresión del trabajo infantil son una manera "fácil" de encarar esta problemática y no se ajustan a la realidad del país.
"Es bien fácil decir que no trabaje ninguno (niño), pero no estamos en Europa ni en otro lugar. Si un niño tiene la necesidad de trabajar, hay que apoyarlo y vigilarlo para que se cuide y para que también pueda jugar", afirmó González-Polar.
Para él, la pobreza, que afecta al 45 % de los niños y adolescentes peruanos (4,7 millones), según cifras de Unicef, hace que las familias "vean el mundo por un agujero" y proyecten sus necesidades en la "supervivencia de lo inmediato", en el día a día.
El portavoz de la asociación explicó que las necesidades económicas obligan a las familias a anteponer el trabajo infantil y la ayuda en las tareas domésticas al desarrollo intelectual del niño en las aulas.
Así, propuso trabajos dignos y dio su particular definición: cualquier empleo que permita al niño cumplir con todos sus derechos, desde la escolarización, pasando por la alimentación y la posibilidad de jugar.
Para visibilizar esta problemática, y coincidiendo con el "Día Internacional del Trabajo", desde 2005 "los chicos de La Restinga" salen cada primero de mayo en una alegre marcha por las calles de Iquitos para reivindicar su particular día al derecho del niño trabajador.
Como si de una procesión religiosa se tratara, los jóvenes cargan por separado las imágenes del "Niño Jesús de la Caja" (que representa a un lustrabotas con su caja de madera donde guarda sus trapos) y la "Niña Julieta del Pescado".
En opinión de González-Polar, negar la existencia de los niños trabajadores implica aumentar el "abuso" al que están sometidos cuando en Iquitos realizan tareas de transporte marítimo, comercio ambulante o labores domésticas, estas últimas casi nunca remuneradas.
Para el portavoz de la asociación, reivindicar trabajos infantiles dignos es, a diferencia de lo que puede parecer, una muestra de "respeto" hacia los menores, siempre y cuando, eso sí, su empleo no suponga una merma moral.
"Si el niño tiene que trabajar por sus circunstancias -económicas y familiares-, al menos que sea de una manera segura y digna", sostuvo.
¿Cómo hacerlo? Mediante una normativa estatal que proteja al niño de realizar actividades laborales nocturnas o de transportar cargas pesadas, por ejemplo.
"¿Está mal el empleo o está mal el descontrol?", se preguntó González-Polar, quien recordó que el trabajo al lado de los padres ha sido tradicionalmente el espacio de aprendizaje de los menores.
Para la elaboración de una nueva ley es imprescindible una mirada de los políticos a la "realidad" para que tomen nota de las "necesidades" de Perú, dijo el representante de "La Restinga".
Mientras tanto, los programas educativos de la asociación han logrado que algunos niños hayan abandonado sus trabajos: las familias entendieron que sus hijos aportaban pocos ingresos a sus modestas economías domésticas. EFE
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