¿Qué es la Afasia?
El término afasia fue acuñado en el año 1864 por el médico francés Armand Trousseau, profesor de clínica médica en el Hotel-dieu. Significa falta de comunicación por el lenguaje y proviene de a –falta- y phasia –palabra. Se trata, según la definición de Trousseau, de un estado patológico que consiste en la pérdida completa o incompleta de la facultad de la palabra, con conservación de la inteligencia y de la integridad de los órganos de la fonación.
Sin embargo, a través de los años, muchas han sido las definiciones que han procurado explicar de manera integral los diferentes aspectos de esta problemática. Han existido diversos enunciados de acuerdo a las diferentes épocas y disciplinas o especialidades científicas que la han investigado. Podríamos simplificar la diversidad de definiciones de afasia describiéndola como una afección que degrada la capacidad de lenguaje a causa de lesiones en las áreas corticales del lenguaje o en las rutas de asociación cerebrales. La afasia expresiva afecta al lenguaje hablado, mientras que la afasia receptiva afecta a la interpretación y memoria del lenguaje.
¿Cómo se produce la Afasia?
Las afasias son producidas, generalmente, por accidentes cerebrovasculares –los que en la actualidad constituyen el 75 por ciento de los casos- dando origen, por embolias o trombosis, a lesiones circunscriptas. También son causales de afasia los tumores cerebrales y los traumatismos craneales -los que pueden clasificarse en fracturas abiertas o contusiones cerebrales más o menos difusas-, así como pueden existir causas degenerativas demenciales –como Alzheimer, Pick, u otros- o infecciones, como la meningoencefalitis.
La aparición de la afasia es, por lo general, brusca y es la consecuencia de un accidente cerebrovascular o de un traumatismo craneano. Según su severidad, se le determina una graduación que va de cero a cinco, donde cero corresponde a un estado grave -en donde el afásico no puede hablar ni comprender lo que se le dice- y cinco a un estado en que el paciente tiene mínimos deterioros observables en el habla, pudiendo presentar dificultades subjetivas no evidentes para el interlocutor.
A los efectos de diagnosticar correctamente el alcance del daño cerebral producido y la gravedad de la afasia, es necesario tomar en cuenta diversas características de la producción del habla, y evaluar la comunicación verbal del paciente en aspectos tales como la línea melódica, que es la modalidad de entonación, el volumen, la expresión, la longitud de la frase, la forma gramatical en cuanto a la conformación de oraciones, la cantidad de palabras, su coordinación, la repetición, la capacidad para encontrar palabras, la comprensión auditiva, etc.
Muchos han sido los estudios y trabajos desarrollados con el fin de comprender los alcances de la afasia y los fundamentos morfológicos de las funciones del lenguaje en el cerebro humano.
Clasificaciones y características
Hasta no hace mucho tiempo se consideraba que la afasia era una enfermedad propia de la tercera edad, sin embargo, tras los avances científicos, al presente se la considera una patología con posibilidad de manifestarse a cualquier edad y momento. Hay factores que pueden contribuir en su aparición, tales como el tabaquismo, el stress, el alcoholismo o una mala alimentación.
La afasia es clasificada de amplias maneras –como se expuso anteriormente, por ejemplo, en expresiva o receptiva-, pero una de las más importantes y utilizadas a señalar es la que establece la diferencia entre afasia motora y sensorial.
La afasia motora (o de Brocca) es la que se manifiesta con mayor frecuencia, habiendo sido, justamente, la primera que fue objeto de estudio. En esta tipología de afasia, al producirse el accidente cerebrovascular originario, el paciente queda sin la facultad del habla, pero no sufre ningún tipo de alteración en cuanto a su capacidad de inteligencia. Puede caracterizarse por la limitación de todo el lenguaje a una sola palabra o a una vocal, o a la inversión los significados de antónimos como si y no. De esta forma, el enfermo, por más que lo intenta, no puede comunicarse mediante la palabra, haciéndolo generalmente a través de gestos, que no siempre resultan fáciles de descifrar. También, en este caso, se debe tener en cuenta la dificultad en la articulación motora, por lo que pueden existir problemas para articular la lengua al expresarse, o bien presentarse dificultades en la escritura, así como hemiplejías con parálisis facial.
En cuanto a la afasia sensorial o sensitiva, relacionada científicamente como la lesión ubicada en la zona de Wernicke, los cuadros clínicos son diferentes, produciéndose la pérdida de la comprensión del lenguaje hablado y/o escrito. En esta instancia, el enfermo puede hablar, pero no coordina las palabras o los sonidos, oye pero no entiende, ve las letras pero no es capaz de leer y escribir. Con la afasia sensorial las palabras pierden su significación simbólica, sin la existencia de ningún trastorno motor, ni en la voz, como tampoco en la articulación del lenguaje. En esta clase de afasia el paciente puede presentar dificultades en el reconocimiento de objetos inanimados a través del sentido del tacto o el de la vista, perdiendo su significación y con la imposibilidad de denominarlos. Un ejemplo de esta deficiencia es la posibilidad de confundir objetos entre sí, así como sus utilidades –como por ejemplo un peine con un cepillo de dientes-, o no reconocer a una persona por sus facciones y sí hacerlo al escuchar su voz.
Otra posibilidad de manifestación es la denominada afasia mixta, en la que se presentan en un mismo paciente tanto la afasia motora como la sensorial, con una diversidad de deficiencias propias tanto de una como de la otra.
Diagnóstico y tratamiento
Ante la presunción de afasia, es fundamental para el médico realizar un examen completo a través de una cuidadosa y detallada historia clínica. Si el paciente posee un estado medianamente grave de la enfermedad, en la que hay pocas posibilidades de comunicación, será necesaria la participación de un familiar, o de alguna persona cercana para poder proporcionar los datos necesarios, a fin de componer un estado pre-patológico del paciente.
Factores como la edad, el tiempo transcurrido desde el comienzo de la afección, el tipo y la extensión de la lesión originaria de la afasia, también conforman un canal de información fundamental para el diagnóstico y tratamiento del paciente.
Es también de suma importancia concretar un diagnóstico diferencial con ciertos estados que pueden semejarse, como por ejemplo, el mutismo de la demencia precoz, la idiocia o el mutismo histérico. Los antecedentes y demás manifestaciones somáticas podrán establecer la identificación del cuadro.
Una vez establecido el diagnóstico se debe determinar su variedad, su grado de severidad y la etapa de evolución en que se encuentra. Los estudios para detectar, cuantificar y definir el tipo, gravedad y estadio de la afasia utilizados generalmente son la Tomografía Axial Computada, la Resonancia Magnética Nuclear, la Tomografía por Emisión de Positrones o la Medición del Flujo Sanguíneo Cerebral Regional, para mencionar algunos y a modo informativo.
¿Qué es la Afasia?
Una vez diagnosticada la afasia (que implica dificultades graves o imposibilidad de hablar) el tratamiento dependerá de muchos factores, propios del grado y estado de la enfermedad del paciente, así como de las características personales de la persona que se tratará. La posibilidad de volver a constituir el mundo va a depender de un buen tratamiento neurológico, pero sobre todo de uno interdisciplinario.
El período terapéutico debe desarrollarse a través del tiempo con una rehabilitación que interrelacionará distintas disciplinas –neurología, fonoaud