dpa) – Niños hambrientos, malas cosechas, plaga de langosta y suelos
erosionados: desde hace 40 años estas noticias de la región africana del Sahel
están a la orden del día. Ahora, los expertos advierten nuevamente que
millones de personas en el oeste de esta zona podrían morirse de
hambre.
Los recuerdos de las horribles imágenes de Somalia el año pasado vuelven a un
primer plano. En aquel momento, la comunidad internacional reaccionó demasiado
tarde. Muchos murieron a causa de la hambruna y cientos de miles de personas
buscaron refugio en países vecinos
Ahora surge la pregunta si aún se puede evitar un desastre similar en África
occidental. Una primera advertencia lanzada por organismos de ayuda humanitaria
el pasado otoño (boreal) fue prácticamente desoída.
“Al igual que hace un año en el Cuerno de África esta alerta temprana (Early
Warning) no conllevó todavía a una acción temprana (Early Action), a actuar
rápidamente”, dijo Ralf Sudhoff, jefe de Oficina del Programa Mundial de
Alimentos (PMA) en Berlín.
Por su parte, el Director de África de la Agencia de ayuda internacional
Oxfam, Irungu Houghton, critica que la comunidad internacional no tome en serio
estas advertencias y que aún no haya dispuesto los recursos suficientes para la
reducción de los riesgos relacionados con los desastres naturales.
Houghton recalcó que los gobiernos de África también deberían ser ser más
activos para responder a estas crisis. “Los gobiernos de Etiopía y Kenia
demostraron el año pasado que son capaces de hacer frente a una
catástrofe provocada por la sequía”, agregó.
Según las Naciones Unidas (ONU) más de seis millones de personas ya sufren
hambre en Níger y Mauritania. Si se añade a Chad y Mali se sumarían otras tres
millones de víctimas.
Es posible que esta situación sea consecuencia del cambio climático, de la
creciente desertificación, del uso excesivo de las tierras agrícolas o de la
tala de bosques. Pero el hecho es que la situación de los pobladores
amenaza con salirse de control. Además, los precios de los alimentos
básicos han aumentado drásticamente.
Una intervención temprana podría haber reducido otro desastre o incluso
haberlo evitado por completo. La tecnología permite en la actualidad combatir
este tipo de crisis desde su inicio.
“El paso crucial ahora en el oeste africano, pero también en el futuro, es
pasar globalmente de una clásico manejo de la crisis a una gestión de riesgos:
de la reparación a la prevención”, explica Sudhoff.
Gracias a imágenes satelitales precisas y análisis detallados de clima,
mercados y finanzas existen todas las herramientas necesarias. Es fundamental
que se utilice esta tecnología y se active cuando se prevé una catástrofe
humanitaria – y no sólo cuando ya comenzó y los alimentos son escasos. “Esto es
mucho más eficaz, mucho más barato y salva millones de vidas”, afirma
Sudhoff.
De hecho, el PMA ya había advertido sobre la amenaza de una hambruna el
pasado mes de octubre. “Las imágenes satelitales recientes muestran que los ríos
llevan muy poca agua y que se extienden las zonas de sequía. Las señales son
alarmantes”, señalaba en aquel momento el organismo de ayuda humanitaria. Sin
embargo, poco ha sucedido desde entonces.
El área de la zona del Sahel incluye miles de kilómetros que se
extienden desde la costa del Atlántico hasta el Mar Rojo. Lo que hay
entre los océanos es en su mayor parte tierra árida, desierto y sabana.
Ya en la década de 1970 la región del Sahel occidental fue escenario de un
desastre humanitario. En ese momento, la hambruna provocó el
derrocamiento del primer presidente de Níger, Hamani Diori, a quien se
acusó de corrupción e ineficacia en el manejo de la ayuda internacional.