Londres pone en marcha la cuenta atrás de seis meses para que comiencen los
trigésimos Juegos Olímpicos de la era moderna con la tranquilidad de haber
terminado la construcción de los grandes recintos deportivos con puntualidad
británica.
Tanto el estadio de atletismo, la obra más emblemática de
todos los Juegos, como los edificios más importantes en los que se disputarán
las 39 disciplinas olímpicas a partir del 27 de julio se levantan en el Parque
Olímpico de Stratford desde hace meses, muchos de ellos terminados antes del
plazo previsto.
El tartán rojo sobre el que el jamaicano Usain Bolt
tratará de proclamarse de nuevo el hombre más veloz del mundo está instalado
desde octubre, anticipación que contrasta con las prisas vividas en Pekín hace
cuatro años, cuando el monumental "Nido de pájaro" que proyectó a China no
estuvo listo hasta apenas un mes antes de la ceremonia inaugural.
La
antelación con la que Londres ha dejado listas las instalaciones olímpicas es
tal que incluso tendrá tiempo de organizar competiciones previas a los Juegos
para ponerlas a prueba.
Entre esos test, en febrero se disputará el
Mundial de saltos de trampolín en el flamante Centro Acuático de la arquitecta
angloiraquí Zaha Hadid, mientras el nuevo velódromo acogerá, ese mismo mes, una
de las pruebas de la Copa del Mundo de ciclismo en pista.
Poco antes de
la inauguración de los Juegos, en mayo, los espectadores accederán por vez
primera al estadio de atletismo para asistir a un campeonato universitario, la
prueba de fuego para la pieza central del plan olímpico londinense.
Ante
la aparente despreocupación de la que pueden hacer gala los responsables
deportivos, Londres se prepara para una recta final en la que los principales
dolores de cabeza de las autoridades serán las aglomeraciones durante los Juegos
y el imponente dispositivo de seguridad que blindará la capital
británica.
La semana pasada, los londinenses ya vieron cómo varias
embarcaciones y helicópteros militares tomaban el Támesis en unas maniobras para
ensayar el plan de seguridad olímpico, que involucrará a 23.700 personas, entre
ellas 13.500 militares.
No en vano, el Gobierno británico ha advertido de
que unos Juegos Olímpicos son siempre un objetivo para los grupos terroristas y
un reto para la seguridad del país que los acoge.
Días antes de la
ceremonia de inauguración, Londres se convertirá en una capital acorazada
gracias a un dispositivo que costará a las arcas públicas 553 millones de libras
(658 millones de euros), algo más de los 500 millones de libras (595 millones de
euros) que se han desembolsado para levantar el Estadio Olímpico.
Los
agentes que patrullarán la capital británica se sumarán a los cientos de miles
de visitantes que llegarán este verano a Londres, una ciudad de ocho millones de
personas con un envejecido sistema de transporte.
La autoridad del
transporte de Londres (TFL) ha advertido de que algunos puntos de la ciudad
quedarán colapsados en las hora punta debido a tres millones de desplazamientos
adicionales, en transporte público y vehículo privado, que se añadirán a los 24
millones que se efectúan en Londres en un día laborable.
La presencia
masiva de espectadores, atletas, voluntarios, patrocinadores y medios de
comunicación convertirá un trayecto en metro desde la céntrica estación de
Oxford Circus hasta el pabellón North Greenwich Arena, que habitualmente ocupa
35 minutos, en un viaje de una hora y 40 minutos, calcula TFL.
Ante esa
perspectiva, algunos londinenses se preguntan si vale la pena el esfuerzo de
organizar unos Juegos Olímpicos, a pesar del empeño de las autoridades por
lanzar mensajes optimistas respecto al legado que dejará el mayor evento
deportivo del planeta.
Una encuesta reciente de la Federación de Pequeños
Comercios de Londres refleja que sólo el 7 por ciento de los propietarios de
pequeños negocios creen que los Juegos les beneficiarán mientras el 25 por
ciento cree que tendrán un impacto negativo.
Las dudas también han
comenzado a planear sobre la transformación urbanística del barrio de Stratford,
una zona tradicionalmente deprimida donde se han levantado las principales
instalaciones.
Según una consultora inmobiliaria privada, el suelo del
Parque Olímpico se ha devaluado un 75 por ciento en los últimos años, por lo que
el Ayuntamiento solo podría recuperar 156 millones de libras (185 millones de
euros), de los 750 millones invertidos (892 millones de euros).
EFE