(dpa) – El uso de la hoja de coca es una tradición milenaria en Bolivia, que hoy se mezcla con el negocio de la droga: la producción de cocaína ya no solo para los países desarrollados, sino también para los emergentes de América del Sur como Brasil y Chile.
César Guedes, representante en Bolivia de la Oficina de las Naciones Unidas Contra la Droga y el Delito (ONUDD), explicó que la cocaína boliviana que iba a Europa ahora se distribuye en el mercado emergente del Cono Sur de Latinoamérica, que representa un 20 por ciento del mercado mundial de esa droga.
Una información que confirma Gonzalo Quezada, director nacional de la Fuerza Especial de Lucha contra el Narcotráfico (Felcn), que explicó que la cocaína boliviana llega a Brasil y es distribuida por redes que operan en las favelas Rocinha, Vidigal y Chácara do Sul, de Río de Janeiro.
“Los países vecinos, en especial Brasil y Chile, expresaron su preocupación y han logrado nuevos compromisos de Bolivia”, aseguró el economista Roberto Laserna, autor de estudios sobre la política antidrogas.
El “acullicu” (la bola de coca que se mastica) ayuda a combatir el hambre, el sueño y el cansancio,además de tener propiedades medicinales, porque neutraliza el dolor de cabeza y estómago y es un efectivo antiinflamatorio. Unos efectos que fueron aprovechados en su día por los conquistadores españoles para la explotación de los indígenas en las minas de plata del país.
Hoy las hojas alcaloides son una gran fuente de ingresos, pero no para los cocaleros que las plantan, sino para los narcotraficantes que las transforman en cocaína y la venden en Estados Unidos, Europa y ahora también Sudamérica. Un kilo de las hojas cuesta en Bolivia unos diez dólares, y se necesitan 120 kilos de ellas para producir un kilo de pasta base de cocaína.
Según datos de la Felcn, el kilo de cocaína cuesta en Bolivia unos 1.500 dólares, precio que se eleva el doble al llegar a la frontera con Perú, Brasil, Paraguay, Argentina o Chile. Y en Europa trepa hasta los 100.000 dólares el kilo según su grado de pureza.
El negocio global de la cocaína alcanza a unos 85.000 millones de dólares al año (cuatro veces más que el Producto Interno Bruto de Bolivia), según César Guedes.
El experto señala que desde hace tiempo están presentes en Bolivia los poderosos cárteles de la droga de Colombia, México y Brasil, que controlan en zonas aisladas comunidades enteras dedicadas al cultivo de la coca y la producción de cocaína. Y que según Guedes amenazan a sus inspectores.
El gobierno del país tiene muy difícil la lucha contra los cárteles, entre otras cosas por la posición del propio presidente, Evo Morales, un ex dirigente cocalero que defiende el masticado tradicional de coca. Por ese motivo Bolivia pide a la ONU que en su Convención Única sobre Estupefacientes anule la penalización del “acullico”. Sin embargo, los críticos temen que la eliminación del artículo 49 -que pide acabar con el masticado por considerar a la hoja de coca un estupefaciente- lleve a una producción incontrolada de las plantas con fines ilegales.
Ya a fines de 2008, Morales expulsó del país a la agencia estadounidense contra las drogas, la DEA, a la que acusó de haber apoyado un frustrado golpe de Estado contra su gobierno. Desde entonces la ayuda norteamericana para la lucha contra el problema cayó de 300 millones de dólares al año a 25 millones, de acuerdo con el ex ministro del Interior Sacha Llorenti
“El narcotráfico crece y se diversifica, pese al aumento de los operativos policiales. La erradicación de plantaciones de coca solo alcanzó las metas mínimas. Y la captura creciente de droga cristalizada y de pasta base de origen peruano indican que en Bolivia se localizan actividades superiores del narcotráfico, que mueven más dinero e involucran a grupos más organizados y violentos”, apuntó el escritor y economista Laserna.
Las alarmas sobre la implicación del propio Estado en el narcotráfico se desataron con la captura en Panamá en febrero del año pasado, durante una razzia, del entonces jefe de inteligencia boliviano René Sanabria. El general retirado de la policía y exdirector nada menos que de la Felcn, de 58 años, hizo entrar de contrabando a Estados Unidos casi 150 kilos de cocaína.
Una corte de Miami lo condenó a 14 años de cárcel, pero se especula con que tenía decenas de cómplices en las altas esferas. Este hecho dejó clara la debilidad del gobierno ante el tema, subraya Laserna.
Una ley en vigor desde 1988 permite el cultivo de 12.000 hectáreas de coca, para mascar y para uso medicinal. Pero el reporte de 2010 hecho por Naciones Unidas estableció que existen 31.000 hectáreas, es decir 19.000 más de lo permitido. Y la policía boliviana tiene indicios de que 20.000 hectáreas se emplean para elaborar cocaína.
Existen además nuevas formas de cultivo en Chapare (centro de Bolivia y bastión electoral de Morales), con uso agresivo de fertilizantes que reportan hasta cuatro cosechas de coca al año. La policía consiguió desbaratar en 2011 unos 4.600 laboratorios de cocaína, pese a lo cual no logran hacer mella en las actividades de los narcos.
Las redes de narcotraficantes han convertido a la ciudad boliviana de Santa Cruz de la Sierra en capital de la droga de Bolivia, desde donde se produce -según la ONU- el 20 por ciento de la cocaína que se consume en el mundo. El 80 por ciento restante se divide a partes casi iguales entre Colombia y Perú.