Golpeada por el tsunami de 2010, la isla Robinson Crusoe, situada frente a las costas del Chile continental, intenta aún restañar las heridas de la tragedia mientras espera que los turistas más intrépidos vuelvan a recorrer sus parajes.
La isla ofrece un escenario singular para bucear, degustar langostas o contemplar las puestas de sol que hace tres siglos escrutó el marinero escocés Alejandro Selkirk, en cuya historia se inspiró Daniel Defoe para escribir la novela Robinson Crusoe, que da nombre a este enclave.
Emplazada a 670 kilómetros mar adentro, en Robinson Crusoe no se percibieron la sacudida de tierra de 8,8 grados Richter que el 27 de febrero de 2010 estremeció y devastó el centro y sur del país, pero a sus costas sí llegó la avalancha de agua que se agitó tras el terremoto.
Fue una niña quien escuchó por radio que un devastador sismo había sacudido el continente y corrió hasta la plaza para tocar la campana y alertar a los cerca de 900 vecinos de la isla.
Muchos, sin embargo, no alcanzaron a ponerse a salvo. Dieciséis personas fallecieron, cuatro de ellos niños.
Seis de las víctimas continúan desaparecidas, entre ellas un joven turista catalán de 29 años que había acampado junto a otros españoles en una zona muy alejada del poblado San Juan Bautista, el único núcleo urbano de la isla.
Un año y medio después, otra tragedia volvió a golpear al archipiélago Juan Fernández, al que pertenece la isla.
Un avión militar cayó al mar frente a sus costas y sus 21 ocupantes perdieron la vida, entre ellos un equipo de Televisión Nacional y otro de la organización Desafío Levantemos Chile que iba a apoyar las labores de reconstrucción.
"Nosotros fuimos muy dañados con el tsunami y con el accidente. Los turistas están un poco reacios a venir a la isla, porque Juan Fernández se ha convertido en sinónimo de accidentes, y eso es lo que queremos erradicar", señala a Efe el alcalde, Leopoldo González.
Las cifras de llegada de turistas, sin embargo, no muestran una tendencia clara. Según datos facilitados a Efe por el Servicio Nacional del Turismo (Sernatur), en 2008 llegaron 763 visitantes; en 2009, 1.222; en 2010, 1.708, y el año pasado la cifra bajó a 1.048.
Para mejorar esas estadísticas, los isleños han vuelto a levantar la infraestructura que se vino abajo.
"Nosotros, antes del tsunami, teníamos una capacidad de 36 camas. Hoy en día tenemos casi veinte camas", gracias precisamente a la ayuda del Desafío Levantemos Chile, del Gobierno y de una empresa minera, explica a Efe Rudy Aravena, que en esa tragedia perdió además a cuatro familiares.
Por su parte, el Sernatur ha organizado un curso de surf para enseñar esta práctica a los habitantes, ha trabajado en un plan de desarrollo con metas a 2017 y ha estado en contacto con medios de comunicación y operadores turísticos.
Esa es una pieza fundamental, ya que muchos de los turistas que desembarcan en Juan Fernández llegan a bordo de cruceros.
"En temporada de verano han estado viniendo cruceros casi todos los meses. El problema es que vienen durante pocas horas y los turistas no tienen tiempo de realizar muchas actividades", relata a Efe Guido Balbontín, que ofrece realizar recorridos a caballo.
Para lograr retenerlos más tiempo, los isleños están tratando de obtener certificaciones que acrediten la calidad de lugares de alojamiento y actividades recreativas, según cuenta Aravena, que fue presidente de la Cámara de Turismo de la isla.
Los pasajeros de cruceros son un objetivo fundamental ya que desde el continente no es fácil llegar a Juan Fernández, ni por aire ni por mar.
"Tenemos un barco subsidiado por el Estado que una vez al mes viene a aprovisionar de víveres a la isla. En los próximos meses termina la concesión y la reemplazaremos por otra que duplique la cantidad de viajes, lo que mejorará la concurrencia del turismo", explica a Efe el intendente (gobernador) de Valparaíso, Raúl Celis.
El viaje, en cualquier caso, es largo y tedioso: 27 horas a través del Pacífico. Más rápido es desplazarse en avión. Son tres las empresas privadas que prestan este servicio, a lo que se suman otras dos compañías que realizan vuelos de ambulancia.
"El Gobierno ha mejorado la subvención de seis a doce pasajeros residentes en la isla por semana. Si esos cupos no se llenan podremos incluir a turistas a un valor más bajo con el fin de reactivar el turismo", añade el alcalde.
Mientras esperan el arribo de más visitantes, los habitantes tratan también de reconstruir sus propias vidas.
En este tiempo se levantaron dos conjuntos de viviendas sin costo para los damnificados, se habilitó una escuela temporal y se está iniciando los trámites para construir un colegio definitivo.
Además, el Gobierno aprovechará el impulso para sustituir el dispensario sanitario por un centro de salud familiar, que puede ofrecer más y mejores atenciones médicas.
"Pero falta la reconstrucción social, esa reconstrucción del alma de esa gente que perdió todos sus recursos con el tsunami, y a sus familias también", confiesa Juan Ramón Chamorro, un isleño que pone voz a la radio comunitaria de este singular enclave.
EFE