El senador demócrata Robert Menéndez, uno de los principales promotores de la ley para reformar el sistema de inmigración de Estados Unidos, defiende la regularización de indocumentados como garantía de futuro para la nación. Menéndez, descendiente de emigrantes cubanos, es senador desde 2006. Esta semana explicó, en una entrevista con EL PAÍS, las implicaciones que tendría la que puede ser la mayor reforma del sistema de inmigración en varias décadas.
Pregunta. ¿Qué significa la reforma migratoria para el futuro del país?
P. ¿Cree que la incorporación de millones de indocumentados puede redefinir la sociedad estadounidense?
R. En Nueva York, las autoridades de Ellis Island registraron la entrada de cerca de 12 millones de inmigrantes. El único documento que traían era el registro como pasajeros del barco. Se trata de una de las mayores oleadas de inmigrantes de nuestra historia, y después vendrían más. La realidad es que siempre han llegado inmigrantes a EE UU, y es precisamente esta diversidad lo que ha enriquecido a esta nación. Los inmigrantes, con su trabajo y su talento, han contribuido a revitalizar este país, siempre para mejor.
P. ¿Qué consecuencias puede tener la legislación para la política estadounidense?
R. Las últimas elecciones marcaron un antes y un después. Un 70% de electores hispanos e inmigrantes votaron a favor del presidente Obama y de otros candidatos demócratas. Sintieron que el Partido Republicano, con las políticas que defendía y con sus argumentos, estaba claramente en contra de sus intereses y sus puntos de vista. Sabemos que el camino de regreso a la Casa Blanca para los republicanos pasa por la regularización de los indocumentados. Si no lo aprueban, su futuro puede ser aún peor. El Partido Demócrata ha demostrado un apoyo unánime a la legislación, todos los senadores votaron a favor, y ese es el respaldo más claro que puedes alcanzar. Queremos que se apruebe y hemos accedido con grandes dificultades —incluido yo mismo— a que el texto incluya condiciones con las que no estamos de acuerdo, pero que son necesarias. No se trata de un cálculo político, sino de conseguir el objetivo final, y si ahora los republicanos renuncian a la oportunidad que tienen para recuperar la confianza de los hispanos, solo van a beneficiar a los demócratas.
P. ¿Significa eso que la aprobación de la reforma es una garantía de futuro para los demócratas?
R. Todavía tenemos que trabajar muy duro, pero el partido siempre ha luchado contra el que ya es el desafío a los derechos civiles de este momento. Deberemos seguir contribuyendo en áreas como el acceso a la educación o la mejora de las condiciones económicas de los hispanos. Pero sus valores y sus perspectivas son las mismas que las del Partido Demócrata, y por eso creo que seguiremos teniendo el apoyo de la comunidad. Obviamente, si los republicanos no permiten la reforma, eso nos dará una ventaja aún más importante.
P. ¿Cuál es el mayor desafío al que se enfrenta el proyecto de ley?
R. Creo que si los líderes republicanos en la Cámara de Representantes sometieran a votación el texto aprobado por el Senado, lograría suficientes votos para ser aprobado. Pero como ya ha sugerido en varias ocasiones su portavoz, John Boehner, se encuentra bajo una enorme presión por parte de una minoría en su partido. Ha sido difícil imaginar una mayoría republicana que respalde la regularización de indocumentados, pero no podemos permitir que una minoría republicana, que está en contra de darles la ciudadanía, secuestre la posición política del resto del país.
EL PAIS