El vicepresidente estadounidense, Joe Biden, ha iniciado este miércoles una delicada visita oficial a China, protagonizada por la crisis desencadenada por la declaración por parte de Pekín de una nueva zona de defensa aérea sobre unas islas en disputa en el mar de China Oriental. Biden ha llegado procedente de Tokio con un mensaje contundente: el rechazo de Washington a una decisión -que, según dice, rompe el “estatus quo” en la región- y el apoyo sin fallas a su aliado Japón. Al mismo tiempo, pretende reducir las tensiones y apelar a la calma en un momento en el que el presidente estadounidense, Barack Obama, quiere intensificar la cooperación con la segunda potencia económica del mundo, en el marco de su giro político y económico hacia Asia.
Biden compareció ayer ante la prensa en Tokio junto al primer ministro japonés, Shinzo Abe, y aseguró que Estados Unidos está muy preocupado por la iniciativa china, que, según dijo, “ha elevado las tensiones regionales e incrementado el riesgo de accidentes y errores de cálculo”. Afirmó que planteará el tema “con gran especificidad” a los líderes chinos. Este miércoles, tiene previsto reunirse con el vicepresidente, Li Yuanchao, y con el presidente, Xi Jinping, con quien cenará, y el jueves, con el primer ministro, Li Keqiang.
El Gobierno chino anunció hace dos fines de semana la creación de una "zona de identificación de defensa aérea" (ADIZ en sus siglas en inglés) sobre las islas llamadas Senkaku por Tokio (Diaoyu, según China), que están administradas por Japón. Exige que todos los aviones que sobrevuelan el área se identifiquen y entreguen sus planes de ruta o tendrán que hacer frente a “medidas defensivas de emergencia”. Estados Unidos y Japón se han negado y han enviado aviones militares en varias ocasiones desde entonces a la zona, algo que también han hecho Corea de Sur y Taiwán. Pekín ha respondido de la misma forma.
Tokio ha forzado a sus aerolíneas a que no informen a las autoridades chinas, mientras que las compañías estadounidenses sí están comunicando sus trayectos, lo que, según algunas informaciones, ha provocado roces entre Japón y Estados Unidos. Biden intentó calmar estos temores en su intervención con Abe, al tiempo que mantenía un delicado equilibrio diplomático, con China en el horizonte. “Estados Unidos tiene interés en rebajar las tensiones en esta parte de la región, y creo que todos los países en el Asia nororiental comparten este interés con nosotros”, dijo, informa Associated Press.
Abe aseguró que ni Japón ni Estados Unidos, con quien el país asiático tiene un tratado de seguridad que incluye las Senkaku/Diaoyu, tolerarán el paso dado por China, pero pareció limar cualquier diferencia con su aliado sobre los vuelos comerciales. “Hemos acordado que no aprobaremos ninguna medida que pueda amenazar la seguridad de los aparatos civiles”.
A pesar de los intentos de Estados Unidos de no verse implicado en el conflicto territorial, el temor a que la nueva zona de defensa aérea sea un intento de China de extender su presencia en la región, ha obligado a Washington a enseñar los dientes, con el envío incluso de bombarderos B-52 sobre el archipiélago.
La visita de Biden se enmarca en los planes de Obama de potenciar la presencia política, económica y militar estadounidense en Asia. Una decisión destinada, en parte, a hacer frente al ascenso chino, pero que, según Washington, pasa también por un nuevo modelo de relaciones con Pekín, según el cual los dos países puedan cooperar en la economía mientras mantienen una competición sana.
Jay Carney, portavoz de la Casa Blanca, ha asegurado que la nueva zona de defensa aérea es un intento provocador de modificar de forma unilateral el estatus quo en el Mar de China Oriental y ha instado a los dirigentes chinos a que no la implementen. Al mismo tiempo, ha urgido a Pekín a que trabaje con Tokio y Seúl para “establecer medidas que construyan la confianza, incluidos canales de comunicación de emergencia, para afrontar los peligros creados por su reciente anuncio y reducir las tensiones”.
Biden, sin embargo, ha evitado pedir en público a China que retire la zona aérea, temeroso de que haga oídos sordos. Más bien, Estados Unidos podría buscar que, con suficiente presión, China desista de hacer cumplir sus exigencias de forma estricta y que a efectos prácticos la zona quede anulada. Además, pretende que el Gobierno de Xi Jinping se lo piense dos veces antes de tomar medidas similares en el futuro. Pekín ya ha advertido que podría crear una ADIZ en el Mar del Sur de China, donde tiene otra agria disputa territorial marítima con Filipinas, aliado también de Estados Unidos.
El Ministerio de Defensa chino ha querido dejar clara la posición china en el conflicto con Japón, con un comunicado emitido el martes y recogido hoy por la prensa oficial, en el que asegura que la nueva ADIZ “es una medida necesaria para que China pueda proteger su soberanía estatal y su seguridad territorial y aérea” y que el ejército chino es “totalmente capaz de ejercer un control eficaz” en el área sobre el archipiélago.
La prensa china ha recibido a Biden con advertencias. “No debe esperar ningún avance significativo si viene simplemente a repetir los comentarios erróneos y parciales previos de su Gobierno”, afirma en un editorial el periódico en inglés China Daily. “Biden necesita recordar que Japón tiene la llave para resolver de forma pacífica la disputa en el Mar de China Oriental, porque es la negación recalcitrante por parte de la Administración de Abe de la existencia de una disputa lo que ha impedido que Pekín y Tokio mantengan comunicación y control de crisis positivos”. Japón ha rechazado hasta ahora la existencia de un conflicto de soberanía sobre las islas por miedo a que mine su posición.
Biden, que comenzó su gira asiática en Japón el lunes, viajará el jueves a Corea del Sur, y regresará a Estados Unidos el sábado.
ELPAIS