La devaluación salarial tiene varias caras. Se ve en la nómina mensual de quienes cobran menos ahora que hace unos meses o años. Lo notan quienes tienen el sueldo congelado o lo han visto crecer menos que los precios desde hace años. Y también lo padecen los que tienen que trabajar más horas ganando lo mismo. En el último trimestre de 2013, las horas extra no cobradas crecieron un 28,6%. Entre todos los ocupados trabajaron una media a la semana de 3,38 millones de horas no pagadas fuera de jornada, según el Instituto Nacional de Estadística, un dato que no se veía desde el verano de 2008, casi al comienzo de una crisis que va camino de cumplir siete años.
La reducción de sueldos por esta vía no es nueva. Las horas extra no pagadas están creciendo desde finales de 2012, aunque hasta ahora no habían crecido al 28,5%. Para que repuntaran las retribuidas hubo que esperar hasta la primavera del año pasado. Y hasta el último trimestre de 2013, no han crecido todas de forma agregada, apenas un 0,25%.
“Esto es una bajada de salarios adicional”, arranca José Ignacio Conde-Ruiz, subdirector de Fedea, “si tienes el mismo sueldo, pero trabajas más horas, ganas menos”. Lo mismo defiende su homónimo, José Ignacio Pérez Infante, experto laboral de Economistas frente a la Crisis: “Es otra de las formas de la devaluación salarial”, zanja.
Y es justo entre quienes trabajan a tiempo parcial entre los que más han crecido las horas extra no retribuidas: un 104% en dos años, aunque su peso específico todavía es escaso en el conjunto (un 6,6%), según los microdatos de la encuesta de población activa (EPA).Entre las apuestas de la reforma laboral, que mañana cumplirá dos años, estaba la reducción de sueldos —la llamada flexibilidad interna— para contener la destrucción de empleo. También lo es el trabajo a tiempo parcial, cada vez más extendido. Precisamente, para impulsarlo lo que hizo la reforma fue facilitar las horas extraordinarias en este tipo de contratos, algo que el Ejecutivo volvió a hacer el pasado diciembre.
Las horas extras no pagadas entre los trabajadores a tiempo parcial son una forma de precariedad. El empresario sólo declara y paga 15 horas pero el trabajador trabaja 20 o 25...”, apunta la investigadora Nuria Rodríguez-Planas, del Instituto de Estudios Laborales de Bonn (Alemania). “Para los trabajadores a jornada completa, el tema es más complicado”, apunta, señalando que depende del convenio, del contrato y de la responsabilidad.
“Es un indicio de devaluación. Entra dentro del patrón habitual”, señala Carlos Martín, economista de CC OO, y conocedor de la EPA, que también matiza con prudencia: “La encuesta no pregunta si hay compensación por la hora extra no pagada”. Martín recuerda que, en teoría, si no se paga, la empresa debe compensar esa hora extra de otra manera.Siguiendo esta reflexión, se aprecia un incremento de horas no pagadas en casi todos los estamentos, excepto entre los directivos y gerentes. Es significativo el aumento entre científicos y profesionales, el colectivo que realiza casi un tercio del total. No obstante, también es importante el incremento entre profesiones menos cualificadas, en las que un aumento de horas no pagadas sí que podría calificarse como “una forma de devaluación salarial”, para esta investigadora, “a menos que dada la productividad del trabajador, éste tuviese un salario demasiado elevado”, lo que para ella sería un ajuste.
También se muestra reticente con la forma en que se formula la pregunta en la EPA Pérez Infante, quien, pese a ello, mantiene su conclusión inicial: “Estamos ante una forma de devaluación salarial”.
¿Y a cuánto podría ascender esa devaluación? Si se toma como referencia los 20 euros de coste laboral por hora que recoge la última encuesta del INE sobre salarios, el impacto mensual ascendería a unos 23,4 euros por trabajador a tiempo completo y a unos 10 euros si es a tiempo parcial. Aunque, obviamente, estos números son medias y esconden un impacto desigual.El crecimiento de las horas extra no pagadas se suma a la temporalidad y al repunte del empleo a tiempo parcial y apuntala el aumento de la precariedad laboral o, lo que es lo mismo, la reducción del precio de la mano de obra. Esta evolución es la que sustenta la tesis de que, esta vez, la economía española creará empleo con menor crecimiento de lo que lo ha hecho hasta ahora, en torno al 2%.
De hecho, el aumento de horas extra es otro de los datos que lleva a los expertos a pensar que la creación de empleo está a la vuelta de la esquina. Dice la teoría que cuando comienzan las crisis, lo primero que caen son las horas trabajadas; y que cuando llega la recuperación, también lo primero que crecen son las horas, no la contratación.
Indica Pérez Infante que las empresas durante las vacas flacas han reducido sus plantillas (en el caso español son seis años destruyendo empleo) y ante cualquier aumento de producción lo que hacen es apretar a sus trabajadores. La incertidumbre lleva al empresario a exprimir al máximo la capacidad de producción de su plantilla antes de lanzar a contratar, siquiera temporalmente.
Coincide en este punto otro economista, Conde-Ruiz, subdirector de la Fundación de Estudios de Economía Aplicada (Fedea), que añade una hipótesis pesimista a los datos: “Dada la disponibilidad de trabajos precarios que hay en España —tiempo parcial, temporal, por horas, por días, becarios— puede ser que las empresas precaricen más el empleo para bajar costes y sobrevivir”.
INE/EL PAIS