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lunes, 24 de marzo de 2014

“En América Latina nada es tan bueno como parece, ni tan malo”

Susan Segal tiene una agenda imposible. Antes de llegar a Brasil para presidir el martes el foro del Consejo de las Américas, pasó por Chile, Cuba, Buenos Aires y Canadá. Hay que cogerla literalmente al vuelo. Se entiende al ver su perfil. Acumula casi cuatro décadas de experiencia en los países emergentes y es una apasionada defensora del potencial de América Latina, hasta el punto de que Latinvex la considera la mujer más poderosa que representa los intereses de inversores extranjeros que hacen negocio en la región.
Segal, condecorada con la Orden Bernardo O´Higgins en Chile, la San Carlos en Colombia y el Águila Azteca en México, se puso al frente de la organización en agosto de 2003. Es un foro clave para entablar conexiones con el mundo de los negocios en América Latina, que integra a alguna de las compañías más importante del mundo. Venía de crear su propio grupo de inversión, concentrado en América Latina y el sector privado hispano en EE UU. Previamente lideró el grupo de América Latina en JPMorgan, donde definió la estrategia de inversión del coloso financiero estadounidense.
Es considerada en Wall Street como de las pioneras del capital riesgo en América Latina. Y se le reconoce un papel muy activo durante la gestión de la crisis de la deuda que afectó a los países de la región en los años ochenta y comienzos de los noventa. Actualmente es miembro del Council on Foreign Relations, un influyente grupo de reflexión en política internacional en Nueva York. Ahora trata desde AS/COA allanar las relaciones comerciales entre EE UU y la región a través del diálogo sobre cuestiones que afectan al subcontinente.
La revista de negocios Crains ya la incluyó en 1992 en la lista de personas más influyentes con menos de 40 años. Su vocación era haber sido historiadora de arte. Sin embargo, optó por las finanzas cuando los grandes bancos de Wall Street empezaron a reclutar mujeres. Inició a construir así su carrera lidiando con los problemas de reestructuración en los países más rezagados. Pero durante mucho tiempo estuvo sola en un sector dominado por hombres, por eso es muy sensible hacia las cuestiones de género.

Respuesta. Enorme, y en toda la región. La mayoría de los países están mucho mejor que hace tres décadas. En los años 80 estaban en medio de una crisis de endeudamiento, se hablaba de ajuste fiscal, no había estabilidad económica, había devaluaciones de divisas. Los inversores se refieren hoy a otras cosas. La discusión es sobre inclusión social, educación, servicios que la clase media demanda. Son países que están integrados en el mundo, con acuerdos comerciales globales y tienen acceso a enormes fuentes de capital. Cuentan con un sector privado vibrante.Pregunta. El cambio ha tenido que ser considerable
P. Se suele ver la región como un bloque. Pero es como si el continente estuviera dividido.

P. Durante la última década, la región fue motor del crecimiento global. Ahora se habla de turbulencias en los emergentes. Se achaca a la retirada de estímulos de la Reserva Federal (FED), pero también al temor de un menor crecimiento en China.R. Cierto. De hecho, cuando pienso en América Latina, y como creo que lo deben ver los inversores, es en términos de los progresos de cada país individual. Hay muchos países en los que están pasando cosas muy positivas en cuanto a progreso económico, más allá de México, Brasil y Argentina, como Colombia, Perú o Chile.

R. Llevo trabajando casi toda mi carrera con los países emergentes. Siempre me guío por una regla. Nada es tan bueno como parece, pero tampoco tan malo, salvo excepciones. Es el caso ahora. Parte de la volatilidad es por la retirada de liquidez de la FED y parte porque al moderar China su crecimiento, cae su demanda por las materias primas. Pero también es porque hubo un exceso de entusiasmo de los inversores, que es lo que al final mueve al mercado. Hay dos tipos de inversores, los estratégicos, que miran a largo plazo, y los grandes fondos que tienen una versión a corto.
P. Pero la dependencia hacia China creció mucho.
R. En unos países más que otros. Pero creo que esta situación hay que verla más como una oportunidad. Si un país sufre ahora de volatilidad es porque no diversificó suficiente su economía, entonces lo que debe hacer es pensar en reforzar otras industrias. La economía se mueve por ciclos, y por eso deben ser aprovechados para desarrollar las economías de otra manera. Se vuelve negativo solo si no lo hacen.
P. Brasil es uno de estos países. La conferencia en Sao Paulo se celebra a seis meses de las presidenciales. ¿Cómo ve la situación?
R. Pienso que no es capaz de crecer a la capacidad que podría, del 5% o el 6%. Con suerte podría llegar ahora al 3%, aunque pienso que más en el rango del 2,5%. Brasil está teniendo mucha suerte. Tiene una economía enorme, más de 40 millones de ciudadanos se sumaron a la clase media, que demanda bienes y servicios, y una base industrial muy sólida. E incluso con una tasa lenta de crecimiento, su economía avanza en una situación próxima al pleno empleo. Los salarios están más o menos estables, pese a no crecer tanto con en años pasados. Lo que debe hacer Brasil es pensar qué debe hacer para crecer más rápido y poder sacar a China de la ecuación. Es un reto dar con el crecimiento que tiene sentido para el país y esto a la vez que logras la inversión necesaria para alimentar la demanda de esa creciente clase media.
P. La estabilidad social es también clave.
R. Veo las protestas como una expresión democrática. La clase media demanda al Gobierno más opciones, más y mejores servicios. Quiere más hospitales, mejor educación, una vida mejor para sus hijos, porque pagan impuestos.
P. ¿Cómo valora entonces la situación en Venezuela?
R. Es complicada. La población está en dificultad, porque le cuesta encontrar un espacio para el diálogo, y, francamente, la economía está en una situación muy frágil, hasta el punto de no poder dar alimentos y servicios básicos a la población, tampoco la seguridad básica. Debe haber un diálogo en torno a estas cuestiones.
P. Su organización tiene un grupo de trabajo sobre Cuba. El debate siempre rota sobre el embargo. ¿Hay otra opción?
R. Contamos con un permiso del Tesoro para enviar delegaciones. Creo que con la legislación actual en EE UU se pueden hacer cosas más allá del embargo. Trabajamos en ese espacio, buscando reforzar el diálogo entre el sector público y el privado.
P. ¿Ve cambios en la isla?
R. Cada vez que vas los ves. Hay muchos retos en la isla, porque no tuvo históricamente un sector privado, pero también presentan muchas oportunidades para invertir. Uno de los sectores de interés es el biotecnológico, muy competitivo.
P. Hay muchas esperanzas con México. ¿Qué opina de las reformas de Peña Nieto?
R. Está haciendo muy buen trabajo, en muchos frentes. Ahora lo complicado es crear el marco legal adecuado para aplicarlas. Si el primer año de gobierno es el ejemplo de lo que va a llegar en el segundo, hay motivos para ser optimistas. Además, está la relación con EE UU y ahí la integración industrial a lo largo de la frontera es cada vez mayor, y eso representa una oportunidad enorme.
P. ¿Cómo ve el progreso de la mujer en la región? Las presidentas de Brasil, Chile y Argentina son los casos evidentes.
R. Se han hecho muchos progresos, pero hay que hacer mucho más para lograr la paridad, no solo en América Latina, también en EE UU. Espero que la región sea capaz de lograr el mismo número de mujeres empresarias que se ve en el mundo de la política. El reto es lograr que las jóvenes permanezcan en sus empleos. Si deciden salir del mercado laboral, no podrán llegar nunca a dirigir una empresa o a senadora. Además, la economía de un país no puede ser competitiva si las mujeres abandonan.
EL PAIS