En el Vaticano, la teología de la liberación ya no es ‘persona non grata’
. AFP) – ¿Cuenta la teología de la liberación con el apoyo del papa? Más que una rehabilitación, Francisco pretende superar una fractura del pasado cercano de América Latina entre partidarios y adversarios, tendiéndole la mano a los más pobres, según los observadores del Vaticano.
Varios gestos recientes han parecido corroborar la intención de un acercamiento por parte de la Iglesia a esta corriente del pensamiento cristiano, nacida en América Latina en los años setenta del siglo XX, que defiende la causa de un clero más cercano a los pobres y desheredados.
A mediados de agosto, el papa reafirmó su apoyo a la causa por la beatificación del arzobispo de San Salvador, Óscar Romero, “un hombre de Dios”, defensor de los campesinos sin tierra, asesinado en 1980 por un comando de extrema derecha.
En julio levantó la prohibición para celebrar misa al padre Miguel d’Escoto Brockmann, exministro de Relaciones Exteriores del gobierno sandinista de Nicaragua.
Y antes de eso recibió a uno de los “padres” de la teología de la liberación, el sacerdote peruano Gustavo Gutiérrez, quien siempre tuvo una concepción moderada de la misma. Desde setiembre pasado, la firma de Gutiérrez puede ser publicada en el diario del Vaticano, el Osservatore Romano.
Precisamente, en la prensa vaticana, varios expertos han señalado que Juan Pablo II y Benedicto XVI nunca rechazaron “la opción por los pobres” contenida en esta teología, sino lo que denominaban sus derivas marxistas.
Esta teología provocó una fractura en el clero y episcopado latinoamericanos, durante y después de la Guerra Fría. Hace quince años moría el obispo brasileño Helder Câmara, figura emblemática de una “Iglesia de los pobres”, pero quien no contaba con los favores de Roma.
El polaco Juan Pablo II, quien sufrió el comunismo en su país, ponía las cosas difíciles a los “obispos rojos” y condenaba las teologías que habían optado por el marxismo e incluso preconizado en ocasiones la lucha armada.
En este contexto, obispos conservadores reemplazaron a algunos progresistas. Las dictaduras militares, definidas como muy católicas, no fueron condenadas por la Iglesia.
“Teología del pueblo”
Jorge Mario Bergoglio no estaba de un lado ni del otro.
“No era de esos obispos que hicieron carrera con la demonización de la teología de la liberación. Los tercermundistas siempre encontraron a un protector en Bergoglio. Pero se encontraba alejado, era impermeable a todo intelectualismo, a toda instrumentalización ideológica de las palabras del Evangelio”, explica a la AFP Gianni Valente, vaticanista del diario católico Avvenire.
Incluso antes del advenimiento de la dictadura militar de 1976 en Argentina, en Buenos Aires, el joven provincial jesuita se había mostrado crítico hacia las posiciones de extrema izquierda (promarxistas) de algunos sacerdotes. Al mismo tiempo, ponía en práctica su “teología del pueblo” en las villamiserias, insistiendo en la fe popular. Era una actitud, típicamente argentina, “en el interior de la gran escuela de la teología de la liberación”, afirma Valente.
En el conflicto de 1981 en el seno de la Compañía de Jesús, no obstante, Bergoglio obedeció al papa, que entonces se oponía a la línea más liberal del “papa negro”, el español Pedro Arrupe.
Desde su elección, Francisco confirmó sus posiciones a favor de los derechos económicos y sociales, y contra la corrupción y “la idolatría del dinero”, que había expresado en tanto que cardenal.
Aun manteniéndose incólume en su rechazo a una visión marxista del Evangelio, el año pasado llamó en Brasil a superar las divisiones del pasado dentro de una Iglesia cercana a los pobres.
“Lo que hizo el papa no es una rehabilitación de la teología de la liberación. La realidad de entonces está superada. No existe nostalgia”, considera Valente.
En este contexto, el apoyo del papa a monseñor Romero no es sorprendente. Como él, era un obispo más bien conservador desde el punto de vista doctrinario, pero valiente socialmente y defendía a las castas desfavorecidas.
“A través de los gestos y palabras de Francisco, comprendemos mejor que la teología de la liberación no fue rechazada en su conjunto, sino sus desviaciones”, estima el vaticanista del diario italiano La Stampa, Andrea Tornielli.
“Sin embargo, hay que estar atentos a las simplificaciones de aquellos que quisieran mezclar a Bergoglio en ciertas batallas ideológicas”, añade.
En un editorial reciente, el diario británico The Guardian analizaba: “Francisco no es un marxista. Si tiene opiniones políticas, son a lo sumo peronistas”, inspiradas en el movimiento del que fuera presidente argentino, el general Juan Domingo Perón, quien abogaba por la justicia social.
Por Jean-Louis DE LA VAISSIERE