La única persona que en estos momentos gestiona el cierre de Guantánamo, Paul Lewis, perteneciente al Pentágono, aseguraba en una entrevista antes de acabar 2014 que Barack Obama no quería dejar esa herencia a su sucesor, razón por la cual en el último año se había acelerado la transferencia a terceros países de 28 detenidos en el penal en territorio cubano tras un virtual parón entre 2011-2013.
Este pasado miércoles se producía la primera salida de 2015, con la que Estados Unidos vaciaba de cinco presos más la cárcel. Los cinco son de nacionalidad yemení, cuatro de ellos han sido transferidos a Omán y al quinto a Estonia. Con la entrega de esta semana quedan en el centro de detención, que acaba de cumplir 13 controvertidos años, 122 prisioneros pertenecientes a 18 países.
La población reclusa tuvo su punto máximo en julio de 2003, con 677 reos. Cincuenta y cuatro cautivos tiene aprobada su salida de la cárcel para volver a sus países de origen o ser enviados a un tercer país que quiera acogerlos. Treinta y cinco reos tienen la etiqueta de “prisoneros para siempre” y no tienen cargos o no enfrentan juicio militar. Diez detenidos -incluidos los cinco acusados de orquestar los ataques del 11-S- están en alguna fase de los juicios de las comisiones miitares. Pero quizá más de una docena seguirán indefinidamente en un limbo legal ya que están considerados muy peligrosos para ser liberados pero no pueden ser sometidos a juicio por problemas con las pruebas que los mantienen encerrados -obtenidas con torturas-.
Las razones para clausurar el penal parecían más acuciantes que nunca. Incluso la Casa Blanca jugaba la baza económica y recordaba que cada detenido supone un gasto anual cercano a los tres millones de dólares frente a los 75.000 que supondría tenerlos encerrados en una prisión de máxima seguridad en territorio estadounidense.El camino iniciado para vaciar Guantánamo parecía tomar velocidad de crucero cuando a finales de diciembre la Administración de Barack Obama aceleraba sus esfuerzos para clausurar lo que personalidades de todo el espectro político consideran cada día más necesario. El expresidente George Bush –fundador del penal- ha calificado el centro de detención como “un elemento que nuestros enemigos usan para la propaganda y que supone una distración para nuestros aliados”. Para el general Martin Dempsey, el cargo más alto dentro de la jerarquía militar, jefe del Estado Mayor Conjunto, Guantánamo debería de cerrase popr razones de interés nacional, ya que es "una cicatriz psicológica en nuestros valores nacionales".
Y sin embargo, el buen camino emprendido volvía a sufrir un revés con los ataques terroristas de la semana pasada en París. Si el Congreso –con ambas Cámaras en manos republicanas desde el pasado día 6 de enero- no había hecho hasta ese momento nada más que torpedear todas las iniciativas de la Casa Blanca para poner fin a la gran mancha en la justicia norteamericana, los atentados de Francia han echado gasolina al fuego de los senadores republicanos que equiparan la liberación de presos con la eventual posibilidad de que planifiquen un nuevo 11 de septiembre –en palabras del senador Lindsey Graham-.
Dicho esto, varios senadores republicanos, entre ellos John McCain, han propuesto un proyecto de ley que esperan sacar adelante para restringir la capacidad del presidente de efectuar traslados de presos en respuesta a la matanza de París vinculada con el terrorismo islamista.“Cuando vemos lo sucedido en París nos damos cuenta de que cualquiera en Guantánamo es una fuente factible de interrogar para obtener información”, declaró el senador Richard Burr, presidente del Comité de Inteligencia, sobre hombres que llevan presos en la isla cubana en algunos casos más de 10 años.
La legislación prohibiría las transferencias a Yemen –país al que pertenecen 75 presos del total actual de 122- durante dos años; suspendería el traslado de sospechosos de terrorismo de alto o mediano rasgo durante el mismo periodo de tiempo y pondría fin a la actual ley que ha permitido al Pentágono transferir prisioneros a países extranjeros y reducir la población del centro de detención. Por supuesto, el mandatario siempre podrá recurrir a su derecho de veto de prosperar la propuesta legislativa republicana en ambas cámaras.
Mantener Guantánamo abierto “es contrario a nuestros valores y es salvajemente caro”, dijo Obama en una entrevista en CNN antes de concluir 2014 y coincidiendo con el anuncio de dimisión de Cliff Sloan, el enviado del Departamento de Estado que negociaba la transferencia de presos y el cierre del penal en última instancia.
Sloan aseguraba que su abandono del puesto no tenía nada que ver con la supuesta frustración que la prensa le atribuía por la lentitud con la que el Pentágono estaba gestionando la salida de reos de Guantánamo y que siempre dijo que había aceptado el puesto por un periodo de año y medio, lo que se cumplió en diciembre pasado.
Según fuentes de la Administración citadas por el diario The Washington Post, el abogado –que trabajó tanto con administraciones republicanas como demócratas- no estaba feliz con el hecho de que Chuck Hagel –saliente secretario de Defensa- hubiera frenado la transferencia de algunos presos.
“Mi nombre es el que va en los documentos que aprueban las salidas”, dijo a mediados del año pasado Hagel. “Me tomo mi tiempo porque es una gran responsabilidad”. El jefe del Pantágono se veía forzado a dimitir antes de acabar el año, aunque la razón oficial nada tuvo que ver con discrepancias con la Casa Blanca.
Obama ha reemplazado a Hagel pero no a Sloan, por lo que Paul Lewis es hoy el único hombre –del Pentágono- al frente del cierre de Guantánamo.EL PAIS