La economía mexicana vuelve a alejarse de sus objetivos. En el año en que se esperaba que las reformas estructurales, especialmente el fin del monopolio del petróleo, permitiesen recuperar el brío, elgobernador del Banco de México, Agustín Carstens, ha hecho un ejercicio de realismo y ha reducido las expectativas de crecimiento. La autoridad monetaria, al tiempo que aleta del riesgo de un segundo ajuste en el gasto público, ha rebajado medio punto el aumento del PIB previsto para 2015, hasta situarlo en la horquilla del 2,5% al 3,5%. Un mal arranque que, debido a la
“persistencia en las dificultades para el entorno macroeconómico”, seguirá en 2016, donde también se recorta la tasa hasta dejarla entre el 2,9% y 3,9%.
Estos cálculos a la baja hunden sus raíces en el deterioro internacional. El desplome del precio del petróleoha golpeado con fuerza a México, el séptimo productor mundial. Y a la crisis del crudo, que se prevé larga y agotadora (“va a ser cuestión de años, no de meses”, dijo Carstens), se ha añadido, en opinión del banco central, la apreciación del dólar y una pérdida de energía de casi todas las grandes potencias. El efecto ha sido un aumento de la volatilidad financiera y la consiguiente reubicación de los flujos de capital, cada vez más remisos a refugiarse en países emergentes.El enfriamiento es de tal magnitud que Carstens incluso alerta de la posibilidad de que se tenga que acometer un segundo recorte en el gasto público para mantener la estabilidad. “Es una reducción realista que toma en consideración las posibilidades reales de México en estos momentos”, señala Raúl Feliz, profesor del Centro de Investigación y Docencia Económicas.
Este cuadro ha hecho mella en la economía mexicana. En el último trimestre de 2014, la moneda se depreció, la Bolsa perdió las ganancias de los meses anteriores y el consumo privado, la piedra angular de una recuperación sólida, se mostró excesivamente débil. De este destilado surge la reducción del pronóstico del PIB.
Pero ni siquiera este escenario a la baja ofrece un marco seguro. La economía puede empeorar. En su informe, el gobernador saca a relucir cuatro amenazas que se ciernen sobre 2015. Junto a un hundimiento del PIB mundial y un aumento de las turbulencias financieras, el banco central alerta de una agudización del desplome del precio del crudo. Este agravamiento tendría como consecuencia “un ajuste del gasto público mayor al recientemente anunciado”. Es decir, un recorte más doloroso que elpracticado el pasado 30 de enero por el secretario de Hacienda. Luis Videgaray, y que supuso la poda de 9.000 millones de dólares (0,7% del PIB), en su mayor parte en Pemex, la petrolera estatal. “El ajuste era inevitable, pero el contenido del mismo ha sido un error, porque, como se ve en Pemex, se ha recortado en inversión. Se ha tomado el camino más fácil y con ello se ha quitado estímulo a la economía. Habría sido más útil reducir gasto corriente y administrativo, había margen”, afirma Gerardo Esquivel, profesor del Colegio de México.
“Era necesario el ajuste. La época del barril a 100 dólares pasó. La posibilidad de un crecimiento al 5% ha quedado cancelada. Pero este es solo el primer paso, posiblemente venga otro ajuste, que puede incidir en el gasto social, en la educación y la salud”, explica el profesor Raúl Feliz.
Las implicaciones políticas de un nuevo tijeretazo son evidentes. Y, en un año de elecciones, pueden tener consecuencias impredecibles si se unen al cuarto factor de riesgo: el deterioro social. Las violentas protestas que se han multiplicado en estados como Guerrero y el desánimo que ha cundido al calor de la tragedia de Iguala tienen el potencial, según el Banco de México, de “afectar las decisiones de gasto de los agentes económicos”. El año, como revela el informe, está lejos de ser tranquilo.
Frente a estas amenazas, la autoridad monetaria, conocida en Latinoamérica por su rigor, presenta algunas notas de optimismo. La primera es la propia cifra. Un crecimiento medio del 3% sería muy superior al logrado en 2014 y que se quedó, tras sucesivas rebajas, en un pálido 2,1%. De alcanzarse, México habría triplicado de 2013 a 2015 su PIB. Otro foco de esperanza procede de las mismas reformas estructurales aprobadas. El gobernador espera que empiecen a dar sus frutos gradualmente este año y con especial fuerza en 2016. Y de la borrasca exterior, el Banco de México rescata el dinamismo de Estados Unidos, una de las pocas potencias que no ha caído presa de la apatía. Este vigor del gigante del norte tendrá un efecto directo en las ultradependientes exportaciones mexicanas.
Mucho más estable resulta, en cambio, el pronóstico de la inflación. Si en 2014, después de la polémica reforma fiscal, acabó con un 4,08%, para este año el gobernador prevé un 3%, una meta muy del gusto del FMI y que serviría de ancla macroeconómica frente a la tormenta exterior.EL PAIS