Ucrania sufrió este martes un duro revés en su batalla contra los separatistas del este respaldados por Rusia. Apenas una semana después de haber firmado en Minsk (Bielorrusia) el segundo intento de paz en la región, la derrota del Ejército de Kiev en Debáltsevo, un punto estratégico que conecta las dos zonas rebeldes, Donetsk y Lugansk, sitúa el conflicto en una nueva fase. La humillación de los soldados ucranios —más de 2.000 abandonaron la ciudad asediada desde hacía días por los separatistas, según reconoció el propio presidente ucranio, Petró Poroshenko— movilizó a la Unión Europea, Estados Unidos y la OTAN, que no dudaron en considerar la caída de Debáltsevo como una violación del alto el fuego pactado.
“Ya ha salido el 80% de las unidades”, admitió Poroshenko en el aeropuerto de Kiev, antes de viajar a la zona del conflicto. Los ucranios venían negando que la situación de sus tropas fuera crítica en esta ciudad. Según un alto mando separatista, el Ejército ucranio habría perdido cerca de 3.000 hombres en los combates.
También el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, constató la transgresión de lo pactado y señaló a quienes considera responsables: “Las tropas rusas, la artillería, las unidades de defensa antiaérea y los órganos de control están activos en Ucrania”. El Gobierno británico dio un paso adelante en esa demostración de una participación militar que Moscú niega al difundir fotos de supuesto material militar ruso en suelo ucranio.Con Debáltsevo, los separatistas se han hecho con una ciudad vital para restablecer el transporte —particularmente el ferroviario— entre los bastiones rebeldes deDonetsk y Lugansk. Conscientes de ese punto de inflexión en un conflicto que en teoría ensayaba una frágil tregua, las grandes potencias y las organizaciones internacionales elevaron el tono. “Las acciones de los separatistas respaldados por Rusia son una clara violación del alto el fuego”, aseguró la alta representante para la Política Exterior Europea, Federica Mogherini. La jefa de la diplomacia amagó con el siguiente paso: “La UE está preparada para tomar las medidas adecuadas si continúan los combates u otras violaciones de Minsk”.
El vicepresidente estadounidense, Joe Biden, conversó por teléfono con Poroshenko, que volvió a pedirle armas para combatir a los rebeldes, según un comunicado del Gobierno de Kiev. El temor a que comenzara ese suministro de armamento precipitó los acuerdos de paz de Minsk para evitar una escalada irreversible del conflicto. También el secretario de Estado, John Kerry, añadió presión a su homólogo ruso, Serguéi Lavrov, al pedirle un cese de los ataques sobre las fuerzas ucranias, según una portavoz de Kerry.
Tras reconocer la derrota en la estratégica Debáltsevo, Poroshenko agregó que el resto de los efectivos se retiraría próximamente y subrayó que las unidades habían salido “con todo su armamento, carros de combate, blindados, piezas de artillería y vehículos de transporte”. En cualquier caso, es difícil saber con certeza cuál es la suerte corrida por miles de soldados ucranios. Un alto cargo del Ejército de Kiev habló de 22 uniformados muertos; la agencia Interfax, de más de 150 heridos. Los rebeldes constataron que los combates continuaban con aquellas fuerzas que seguían oponiendo resistencia.
El avance de los prorrusos puede abarcar aun más territorio que el de Debáltsevo. Eduard Basurin, vicecomandante de las milicias separatistas, dijo que unas 11 localidades de la zona habían caído en manos de los rebeldes. Aseguró que los soldados se habían entregado, pero que todavía quedaban unos 3.000 en el cerco. Sin embargo, más tarde declaró a la prensa en Donetsk que en un principio se encontraban rodeados cerca de 10.000 soldados ucranios, de los que unos 3.000 habrían muerto.
A pesar de los acuerdos logrados en Minsk por los líderes de Alemania, Francia, Rusia y Ucrania el pasado día 11, que contemplan en su primer punto el alto el fuego incondicional, los rebeldes sostienen —en contra del criterio internacional— que Debáltsevo, por estar cercada, no quedaba en la línea de confrontación sino dentro de los territorios controlados por ellos. El presidente ruso, Vladímir Putin, propuso tratar en la capital bielorrusa la manera de pactar una retirada de las tropas ucranias, pero Poroshenko no lo admitió.
Ante la seria amenaza de dar por enterrado el acuerdo de Minsk, los cuatro firmantes tenían previsto celebrar anoche una entrevista telefónica. Horas antes, representantes de Alemania y Francia habían asegurado que al acuerdo estaba dañado, pero no muerto.
Mientras, los separatistas aseguraron que, como acto de buena voluntad, habían comenzado la retirada unilateral de su armamento pesado en la zona de mayor tranquilidad: la del sur, particularmente en la región de las localidades de Yelenovki, Telmánovo y Yasinovátaya. Lo pactado en Minsk establecía que el repliegue de las armas pesadas debía comenzar el miércoles y concluir en el plazo de 14 días, pero las partes enfrentadas advirtieron que no las retirarían mientras continuaran los disparos, de los que se culpan unos a otros.EL PAIS