Luego de que una embarcación de madera procedente de Libia, en la que viajaba casi 700 personas aproximadamente, se diera vuelta y los aplastara, fue encontrado en el mal Mediterráneo el cuerpo sin vida de un pequeño inmigrante menor de un año.
La noticia conmovió el mundo con la desesperante realidad que viven cientos de inmigrantes y que los impulsa a buscar una mejor vida, aun cuando eso signifique cruzar un mar y enfrentar los peores riesgos.
Martin, el nombre del rescatista que prefirió dejar en el anonimato su apellido, declaró que durante el trabajo de rescate, vio al bebé flotando en el agua “como una muñeca, con los brazos extendidos”. Cargó al bebé en sus brazos, pero al ver sus pequeños ojos inmóviles, supo que ya nada podía hacer. “Hacía solo seis horas este niño estaba vivo”, se lamentó.
Este rescatista de la organización humanitaria Sea-Watch, padre de tres hijos y musicoterapeuta, le dio una despedida muy emotiva al bebé: “Empecé a cantar para confortarme a mí mismo y para dar algún tipo de expresión a este momento incomprensible, desgarrador”.
Todavía no se pudo confirmar si los padres del bebé se encuentran entre el grupo de sobrevivientes. Tampoco se sabe si es una niña o un niño.
historias como esta deberían hacernos tomar consciencia de la dura realidad que viven otras personas y de abrir los ojos al mundo.
Con información de Imujer
