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domingo, 13 de marzo de 2011

DPA: Gadafi celebra demasiado pronto



El líder libio Muamar al Gadafi vuelve a respirar tranquilo. Es probable, sin embargo, que su alegría sea prematura, pues según algunos expertos, perdió para siempre las ciudades del este del país.


Los países árabes están en su mayoría a favor, mientras la Unión Europea (UE) sigue dudando. La implantación de una zona de exclusión aérea sobre Libia no se vislumbraba aún este fin de semana, algo que supone un respiro para Gadafi, cuyas tropas recuperaron el control de importantes ciudades estratégicas costeras del este del país y volvieron a atacar con fuerza Misurata y Al Zawiya, en el oeste. “Brega fue despejada de bandas terroristas”, anunciaron hoy medios estatales.

Pero Gadafi y sus fieles, que el domingo ya especulaban sobre un aumento de las exportaciones de crudo como si hubieran doblegado ya a la oposición rebelde, se frotan las manos probablemente demasiado temprano, puesto que su Ejército tiene cada vez menos efectivos y la moral de sus tropas no es buena. El fin de semana hubo combates entre soldados de la brigada Chamies, después de que una parte desertara.

Los rebeldes aseguraron que tomaron prisioneros a dos egipcios que les aseguraron que las tropas de Gadafi llevaron a sus familias a la base de Bag al Asisiya en Trípoli y los amenazaron con hacerles daño si se negaban a luchar contra los rebeldes.

Pero incluso aunque las tropas de Gadafi reconquistaran feudos rebeldes como Bengasi, Al Baidha o Derna, en el este, los expertos creen que no podrían mantener el control mucho tiempo y que habría una guerra de guerrillas.

Si la comunidad internacional se decidiera a decretar una zona de exclusión aérea sobre Libia, ello podría tener consecuencias similares a lo que ocurrió en Irak: la zona de exclusión en el norte y sur del país no derribó el régimen del dictador iraquí Saddam Hussein, pero ofreció a los kurdos en el norte la protección necesaria para poder establecer una comunidad semiautónoma en la que pudieron sentirse más seguros de los esbirros del régimen.

Trasladado a Libia, ello supondría una división del país, con una Libia occidental bajo el control de Gadafi y una Libia oriental probablemente administrada por una cúpula islámica conservadora.


No hay sin embargo que temer una situación análoga a la de Irak, donde la intervención militar a favor de los opositores al gobierno fue vista como injerencia de los Estados ocicdentales, cree la fundación Carnegie de Washington.

Ello debido a que los islamistas están al lado de los rebeldes y éstos piden a la comunidad internacional desde hace días que pongan freno a los aviones de Gadafi. Sin embargo, la fundación pide al gobierno estadounidense y sus aliados que clarifiquen sin ambigüedades que sea cual sea el futuro gobierno de Libia esperan de él que limpie el terreno de islamistas radicales.

Si Gaddafi logra mantenerse en el poder más de lo previsto al menos en una parte del país, ello significaría que esa zona seguiría aislada, pues en las últimas semanas muchos de los que fueran sus socios volvieron la espalda a Trípoli.

Entre los jefes de Estado árabes Gadafi sólo parece tener un amigo: el presidente sirio, Bashar al Assad. Y parece lógico. Aunque Assad es algo menos excéntrico que Gadafi, en lo que respecta a represión y Estado policial los dos jefes de Estado árabes juegan en una misma liga.

Tras más de tres semanas de derramamiento de sangre en Libia se produjeron mientras tanto los primeros llamamientos a una intervención árabe directa en el país norafricano.

Mussa Keilani, comentarista del diario jordano “Jordan Times”, señalaba: “Es necesaria una intervención militar árabe para salvar a la población. Quien espere a la OTAN o a Estados Unidos, está perdiendo un tiempo muy valioso”.



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