El Real Madrid cerró su semana negra desconectándose del fútbol, ofreciendo la peor imagen de la temporada, abandonándose a su suerte víctima de errores infantiles y de concentración ante un Real Zaragoza que sumó tres puntos de oro en su lucha por la permanencia en Primera (2-3).
José Mourinho, apoyado con cánticos y pancartas en el Santiago Bernabéu, no cree lo que ve. Tras conducir a su equipo a terrenos pantanosos en unos días en los que no primó el fútbol, encontró un mal resultado con rotaciones. Pasa de ser un hombre récord en partidos como local, tras nueve años sin perder, a caer dos veces ante rivales modestos como Sporting de Gijón y Zaragoza.
El Real Madrid más mediocre de la temporada, aturdido aún por el golpe del clásico europeo frente al Barcelona, saltó al Bernabéu sin actitud. Colapsado ante una defensa de cinco que plantó el necesitado Real Zaragoza. Con futbolistas de mayor vocación ofensiva que se dejaron el juego en Mestalla, dedicó a su fiel afición un primer acto horrendo.
Con Pepe en el centro campo, pasando de ser un recurso anti-Barcelona a un fijo en la medular. Sin el rumbo que siempre marca Xabi Alonso y con Cristiano Ronaldo castigado en el palco.
Los que debían inventar -Canales, Granero y Kaká- chocaron. Misma ocupación de espacios y funciones. Higuaín y Benzema fueron dos espectadores más. Ni un disparo a la puerta de Toni Doblas.
La pelota no tenía dueño. El Zaragoza no la quería. No daba más de dos toques seguidos. El Real Madrid carecía de ideas para inventar con ella. Una acción individual decidiría. Y la tuvo Uche nada más empezar, pero disparó centrado a las manos de Casillas. Kaká no encontró puerta a los 17 minutos y Lafita avisó a los 34 minutos de su llegada, con un tiro desviado.
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