Cerca de 4.100 toneladas de basura sumergen las calles de Nápoles, un fénomeno que agobia cíclicamente la capital del sur de Italia y que el gobierno de Silvio Berlusconi no ha podido resolver pese a las medidas adoptadas en el 2009 y al envío del ejército.
La mayor ciudad del sur italiano se encuentra de nuevo asfixiada por toneladas de basura y el olor nauseabundo, multiplicado por el calor, que impregna a objetos y personas, por lo que la población decidió prender fuego a centenares de montañas de desperdicios.
En total 28 incendios han sido apagados por equipos de bomberos.
Pese a las medidas adoptadas por el gobierno, el fenómeno de la crisis de las basuras, que afecta desde hace 16 años a esa ciudad del sur de Italia, no ha sido resuelta.
El complejo problema de los desechos que se acumulan periodícamente en la región de Nápoles, es el fruto de una situación generada por un engranaje perverso que involucra disputas políticas, corrupción, mafia napolitana, protestas por los nuevos vertederos y sobre todo una gestión ineficaz de los administradores locales.
Una misión de expertos de la Unión Europea para evaluar la situación de las basuras en Nápoles constató en noviembre pasado que la situación es tan grave "como hace dos años", cuando más de 3.000 mil toneladas de desechos sumergían esa ciudad.
El gobierno había decidido entonces acelerar la construcción de nuevos vertederos y centros para procesar las basuras, lo que no es fácil debido a que la población local se opone con manifestaciones.
La empresa encargada de las basuras, Asia, indicó en un comunicado que el problema no era la recolección sino la falta de vertederos adecuados para la división y posterior tratamiento.
Según los expertos se necesitan al menos tres años para la construcción de tales basureros.
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