Los empleados domésticos, tanto en países ricos como en desarrollo, ganan en general la mitad o incluso menos del sueldo medio, lo que les sitúa en la cola de los salarios más bajos, según la Organización Internacional del Trabajo (OIT), donde se negocia una convención de aplicación mundial para ellos.
"Esperamos cambios muy grandes. Esta es la primera vez que se habla en un foro tan importante de nuestra situación, que muchas veces es de maltrato y abuso por realizar un trabajo que no es reconocido", comentó a Efe Juana Flores, mexicana y representante de la Alianza Nacional de Trabajadoras del Hogar de Estados Unidos.
Flores se refirió así a los debates que desde hace dos semanas tienen lugar en la conferencia anual de la OIT, que se celebra en Ginebra, y que desembocarán la próxima semana en la adopción de la primera convención internacional de la historia que define y obliga a respetar los derechos de los trabajadores domésticos o del hogar, que en el caso de Latinoamérica son casi todas mujeres.
Esta mexicana, quien participa en las negociaciones por la parte sindical, denunció que la discriminación y hasta el desprecio hacia ese colectivo se han enquistado en las sociedades sin razón.
"Nos tratan mal, nos acosan sexualmente, no nos pagan.Yo ya trabajaba de niña como empleada doméstica y el patrón me cobraba la comida, la ropa o algún zapato que me daba, incluso si eran usados. Al final yo le terminaba debiendo a él", recordó.
La aplastante mayoría de personas que realizan trabajos domésticos son mujeres (entre el 75 y el 90 por ciento), pero hay discrepancias en cuanto a su número global: 56 millones, según la OIT, y más de 100 millones, conforme a investigaciones avaladas por ONG y universidades de varios países.
El trabajo doméstico constituye la principal ocupación de las mujeres jóvenes en el mundo y representa al menos el 20 por ciento de la economía informal, dijo a Efe la investigadora Jennifer Fish, de la Universidad Old Dominion (EEUU), quien también participa en los trabajos sobre la convención.
Según datos de la OIT, el 3,6 por ciento de los empleos pagados a nivel mundial es de carácter doméstico y, con un 7,6 por ciento, América Latina encabeza las zonas donde esta actividad económica es más importante.
Le sigue Oriente Medio, donde las labores domésticas suponen el 5,6 por ciento del trabajo remunerado, mientras que los países más ricos quedan en última posición, con el 0,8 por ciento.
A pesar del peso económico de esta actividad, Flores denunció que el trabajo doméstico puede equipararse en algunos lugares "con la esclavitud moderna", sobre todo en situaciones en las que la empleada es inmigrante y vive en el domicilio del patrón.
Situaciones de ese tipo no son extrañas en un país como EEUU,donde se calcula que hay unas 2,5 millones de empleadas domésticas,la mayoría de ellas latinoamericanas.
Para la secretaria general del Sindicato de Trabajadoras y Trabajadores del Hogar de Perú, Leddy Mozonbite, gracias a la convención que está previsto que apruebe la OIT "saldremos de la oscuridad" y se reivindicará que "nuestro trabajo es digno".
"Yo empecé trabajando en una casa a los 8 años y sufrí en carne propia toda tipo de explotación, de discriminación y de acoso sexual.
Ahora me parece increíble ver a empleadores y gobiernos discutiendo sobre cuánto es lo mínimo que tenemos que ganar o el tiempo de descanso", comentó.
Según esta sindicalista, en Perú la discriminación es tal que "seguimos comiendo con platos y cubiertos separados, como si estuviéramos enfermas".
Ernestina Ochoa, de la peruana Red Internacional de Trabajadoras del Hogar, afirmó que las empleadas domésticas sufren una discriminación múltiple "por ser inmigrantes (del interior del país a la capital), mujeres, de color o por nuestra manera de hablar".
Confesó que desde los 11 años trabajó realizando todo tipo de quehaceres domésticos y fue violada por uno de sus empleadores.
Su hija empezó a los 14 años en el mismo tipo de trabajo, pero ahora, con 19, estudia ingeniería ambiental en una universidad de Lima y gana algún dinero cuidando niños.
EFE