La ciudadela inca de Machu Picchu corre el riesgo de morir de éxito: la joya del turismo en Perú, que cada año atrae a cerca de 800.000 turistas, se ha salvado por los pelos de entrar en la lista del patrimonio mundial en peligro. El Comité del Patrimonio Mundial de la Unesco se reunió ayer en París y decidió absolver al Gobierno peruano y no incluir al monumento inca en la lista negra de patrimonio en peligro, aunque recomendó que un panel internacional de expertos vigile la evolución del enclave, especialmente en su punto más crítico: los accesos. "De facto no pasa nada malo [por ser incluido en la lista], es más bien un sentimiento de vergüenza", dijo el viceministro de Cultura, Bernardo Roca Rey. Y es que el "tirón de orejas" iba a ser más llamativo cuando el país está en vísperas de organizar, el próximo 7 de julio, los actos del centenario del "descubrimiento" de la ciudadela inca por el explorador estadounidense Hiram Bingham.
A lo largo de estos 100 años, Machu Picchu ha servido de codiciado escenario para grabar vídeos musicales, anuncios comerciales para la televisión y hasta una película con cientos de figurantes llegados desde la India para filmar el musical más caro de la historia de Bollywood, este último el pasado octubre. Especialmente sonado fue el caso del anuncio de una cerveza peruana en 2000 cuando la grúa que movía las cámaras para hacer un travelling chocó con el Intihuatana o reloj solar, situado en el punto más alto de la ciudadela, y arrancó una muesca de la piedra centenaria.
No hay actor, futbolista, político o estrella internacional que viaje por Perú y que no sea invitado a pasear por las ruinas incas, con todo su séquito de admiradores, fotógrafos y periodistas que se mezclan con los más de 2.000 turistas que cada día acceden al lugar.
Por sus laderas se han paseado los Reyes, el millonario Bill Gates, las actrices Cameron Díaz o Susan Sarandon, la cantante Olivia Newton John, todos ellos prestándose amablemente a poner su rostro ante la mítica montaña y seguir alimentando la rueda de la promoción.
'Desmachupizar' el turismo
Es ya un lugar común escuchar aquello de que hay que desmachupizar el turismo en Perú y buscar visitantes en las demás atracciones (y son muchas) que tiene el país, naturales y arqueológicas, pero la ciudadela inca tiene un imán innegable. La Cámara Nacional de Turismo considera que Machu Picchu significa el 70 % de los ingresos por turismo en Perú, ya que cada turista que tiene como primer destino la ciudadela inca visita entre tres y cinco lugares más (la ciudad de Cuzco, la de Arequipa, las líneas de Nazca, el Lago Titicaca y la selva) y deja en el país un promedio de 2.200 dólares (unos 1.538 euros).
Carlos Canales, presidente de Canatur, señaló que la ciudadela tiene capacidad para recibir más visitantes que en la actualidad (un máximo de 3.000) con un sistema planificado de horarios y rutas, pero no quiso avanzar una cifra. Sin embargo, la Unesco ha advertido en varias ocasiones que el monumento se encuentra cercano al punto de saturación y el Gobierno no debe emprender ninguna política de captación de nuevos visitantes, algo con lo que coincide el viceministro Roca Rey.
Anarquía urbanística
El último desencuentro entre el Gobierno peruano y la Unesco no lo ha constituido tanto el número de visitantes cuanto los lugares de acceso a la ciudadela: la Unesco ha alertado en reiteradas ocasiones sobre la anarquía urbanística en Aguas Calientes, el municipio más cercano, y las ansias de sus pobladores de aumentar una y otra vez las vías de acceso a la ciudadela.
La proyectada carretera entre el poblado de Santa Teresa y las ruinas (aprobada por el Congreso peruano) han hecho levantar las cejas a la Unesco, temerosa de que esta nueva vía suponga mayores flujos de entrada en el monumento, algo que precisamente buscan los habitantes de Santa Teresa. Como también levantaron las cejas al conocer los planes de un megafestejo que las autoridades peruanas preparaban el 7 de julio en las mismas ruinas para conmemorar el centenario de su descubrimiento. Por presiones de la Unesco, los festejos han sido trasladados a Cuzco y solo 200 elegidos asistirán a las celebraciones en las ruinas, que han sido debidamente rebajadas.
EFE