Hace poco más de un año Colombia y Venezuela estaban al borde de la guerra. Además, el Gobierno de Bogotá se había granjeado las críticas del resto de Sudamérica por permitir una mayor presencia militar de EE UU en su territorio. Por entonces era impensable que un colombiano pudiese algún día estar al frente de la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur), el bloque político regional que para muchos analistas ha superado en protagonismo a la decana Organización de Estados Americanos (OEA) en la resolución de conflictos en la zona.
Pero tanto ha cambiado el panorama con el actual Gobierno de Colombia y tanto se ha avanzado en la integración regional que María Emma Mejía (Medellín, 1953) ocupa hoy ese puesto con todo el respaldo de Sudamérica.
"Creo que la Unasur ha sido clave para que las cosas mejoren", dice Mejía, una política y diplomática que, entre otras cosas, fue embajadora en España, ministra de Exteriores y antigua candidata a la vicepresidencia de su país. "La organización ha respondido rápido, sin burocracia y de forma decidida en todos los conflictos. En el golpe de Honduras, en la crisis interna de Bolivia, en la asonada de Ecuador y en el enfrentamiento que hubo entre mi país y Venezuela. Lo que toca ahora es institucionalizar la Unasur y hacerla perdurable en el tiempo. Esa es mi misión", explica.
La Unasur comenzó su andadura en 2008 y se constituyó oficialmente en marzo pasado. Aglutina a los 12 países sudamericanos y tiene su sede en Quito. Aunque la Unasur es un bloque con vocación de integración política, su constitución estuvo siempre marcada por el tema de la defensa. Antes de crearse formalmente, el organismo ya contaba con un Consejo de Defensa Sudamericano para el intercambio de experiencia militar, misiones de paz y la ayuda ante desastres naturales. Ahora, consolidadas prácticamente todas las democracias en la región, el Consejo intenta responder a la pregunta de cuál será el papel de los militares.
"Veo a los Ejércitos sudamericanos, a 20 o 30 años vista, protegiendo los recursos naturales como parte de una nueva noción de soberanía de la que hoy se habla mucho en las reuniones de los ministros de Defensa. La región posee el 27% del agua dulce del continente, ocho millones de kilómetros cuadrados de bosques y tres de los países de la Unasur cuentan con la mayor biodiversidad del planeta. Todo esto tiene que ver no solo con la defensa de los recursos, sino con la protección de la reserva alimentaria que posee la región", explica Mejía.
"Creo que la idea convencional de la seguridad fronteriza dará paso en el futuro a una noción regional donde la preservación de la democracia y la defensa de los recursos serán temas capitales. Hay naciones y las seguirá habiendo, pero tenemos una nación-región, por decirlo de algún modo, que ya ha empezado a formar parte del vocabulario de nuestros ciudadanos y de nuestras Fuerzas Armadas", añade. Mejía confía en que las líneas generales de la nueva doctrina de defensa sudamericana se perfilen en el recientemente inaugurado Centro de Estudios Estratégicos para la Defensa (CEED), en Buenos Aires.
Así como Mejía sí ve a la maquinaria militar sudamericana volcada en el futuro a la defensa de la democracia y los recursos, no contempla una integración militar para operaciones bélicas ni para la lucha contra el narcotráfico. "La lucha contra las drogas es la que presenta las mayores diferencias de concepción. No veo a los Ejércitos sudamericanos combatiendo unidos el narcotráfico, aun cuando haya una mayor cooperación en temas de logística o de información".
Tampoco vislumbra una especie de OTAN sudamericana: "No imagino una fuerza de guerra. Los últimos conflictos regionales se resolvieron sin disparar un tiro y la actitud que he observado en los 12 ministros de Defensa de Unasur es la de preservar, por encima de las diferencias, una zona de paz. Los países están haciendo un gran trabajo a la hora de hacer transparentes los gastos militares, un tema importante para dejar atrás viejos recelos y avanzar en la integración no solo militar, sino en infraestructuras y en desarrollo social... por primera vez empezamos en América del Sur a pensar en grande y a desarrollar nuestras políticas".
La diplomática sí cree que los Ejércitos de la región podrán trabajar juntos en el caso de catástrofes naturales. "La experiencia de la fuerza multinacional en Haití, donde la región ha desplegado casi 6.000 efectivos, es el mejor ejemplo de que nuestros militares pueden hacer un gran trabajo juntos a la hora de hacer frente a los desastres naturales. De hecho, a finales de este mes los ministros de Defensa de la Unasur se reunirán en Haití para debatir la creación de una unidad militar regional de emergencia, en la que la colaboración de España será de gran utilidad".
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