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miércoles, 22 de junio de 2011

Una lectora alemana resuelve el misterio del fotógrafo de Hitler

Hace hoy siete décadas, el régimen nazi se lanzaba a la invasión de la Unión Soviética. Fue un momento crucial de la Segunda Guerra Mundial. Y parte de los estragos de esa campaña, conocida como la Operación Barbarroja, fue fotografiada en blanco y negro por el austríaco Franz Krieger. Y con ese nombre empiezan a encajar las piezas del rompecabezas histórico que ayer The New York Times presentó a sus lectores en el blog Lens.

Krieger era un fotoperiodista de Salzburgo, que murió en 1993. Su álbum, de 24 páginas, recoge en 214 instantáneas a líderes del régimen nazi, prisioneros de guerra y víctimas judías. El dictador Adolf Hitler aparece en nueve de ellas, tomadas a muy poca distancia. Y el hecho de que estén todas juntas hace del libro un documento histórico de excepción. El enigma sobre su origen quedó resulto en pocas horas, gracias a una lectora.

Esa pieza la aportó Harriet Scharnberg. La historiadora de Hamburgo explica que Krieger fue al campo de concentración en Minsk, en Bielorrusia, en calidad de miembro de una formación política del régimen nazi conocida como Reichsautozug. Allí, en 1941, "fotografió a los prisioneros de guerra rusos y pudo visitar el gueto judío, retratando a sus vecinos", señala en un mensaje colgado esta pasada madrugada en la bitácora electrónica.

Una de las preguntas que se hacían los aficionados y expertos de la Segunda Guerra Mundial era cómo Krieger pudo tener acceso tan directo a los oficiales. Y en concreto, cómo pudo hacer fotos tan de cerca a Hitler, junto a sus mandos. Scharnberg responde a esa cuestión diciendo que de vuelta a Berlín, el fotoperiodista coincidió en Marenburgo con el encuentro oficial del Führer con el regente de Hungría, su fiel aliado Miklós Horthy.

En el álbum aparece en varias ocasiones, más hacia el final, el retrato de una mujer. Se trata de su esposa, Frida Krieger, que falleció en el bombardeo estadounidense de Salzburgo, en noviembre de 1944. Eso podría hacer pensar que las fotografías podrían formar parte de un álbum personal. Scharnberg explica que ya vio esas imágenes mientras preparaba una conferencia sobre cómo la propaganda nazi retrataba a los judíos.

En su investigación, la historiadora dio con el libro titulado Fotoperiodismo en la sombra de la propaganda y la guerra nazi, una biografía de Franz Krieger publicada hace tres años por el profesor Peter Kramml. Y este aportó al diario neoyorquino nuevas piezas sobre el misterioso fotógrafo. Así explica que Krieger se afilió al partido nazi y a las SS tras haber colaborado para la oficina que el régimen tenía en Salzburgo.

En 1941 dejó las SS, explica Kramml a The Times, y se hizo miembro de la unidad de propaganda de las fuerzas armadas alemanas. De hecho, al ver las fotos, los responsables del Museo Memorial del Holocausto en EE UU tuvieron claro desde el primer momento que Krieger tenía que tener alguna conexión con la unidad dentro del ejército Nazi que se encargaba de las labores de propaganda sobre el terreno.

La historia acaba con el fotoperiodista regresando a Austria, abandonando la unidad de propaganda y convirtiéndose en un soldado raso. Pero sigue habiendo una ventana abierta. The Times sigue preservando el anonimato del actual propietario, un empresario que trabaja en el sector de la moda, de 72 años de edad, que reside en la vecina Nueva Jersey y que recibió el álbum de un empleado, que a su vez lo recibió de hombre anciano de origen alemán. El individuo quería determinar su origen, esperando incrementar su valor y así poder cubrir sus facturas médicas

"Me preocupaba que cayera en malas manos", relata el ejecutivo al diario. Era consciente de que "tenía un pedazo de Historia" en su poder y que estuvo en secreto durante 70 años. "Ahora mi necesidad es demasiado grande", afirma el propietario del álbum, que se declaró en bancarrota incapaz de responder a sus deudas. The Times insiste que el único interés por dar a conocer el contenido de este álbum es presentar a los lectores "sorprendentes fotografías" de un momento crucial del conflicto en Europa y "resolver el puzzle histórico".
EL PAIS