Pau Gasol (Barcelona, 1980) pagó los nervios y la novatada, en un pabellón peculiar, la Pirámide, el de los Grizzlies. Anotó cuatro puntos y no salió satisfecho de su bautismo, ante los Pistons de Detroit (Memphis perdió por 80-90). Fue todo un acontecimiento en España, pero eclipsado en la NBA por el retorno a la competición, un día antes y en el Madison Square Garden, de Michael Jordan con 38 años. No importó. En su cuarto partido, Gasol fue titular y anotó 27 puntos ante Phoenix. Fue el inicio de 10 años dorados.
Pregunta. ¿Cuál ha sido su momento de más nervios?
Respuesta. No sé si de nervios o tensión... En el inicio. Deseaba responder a las expectativas. Estuve tenso, por la novedad, por la emoción, por lo especial de aquel primer momento, porque vino gente desde Cataluña en un chárter para animarme. Otro episodio, más de tensión que de nervios, fue cuando las cosas no salían bien en mi sexta temporada en Memphis. Aquello se filtró fuera y los aficionados estaban bastante descontentos. Era más agradable jugar fuera de casa que en casa.
P. ¿Recuerda su primera canasta?
R. Es algo que queda. Y siempre he tenido buena memoria. La primera fue un contraataque, un pase de Jayson Williams y una carrera por el medio de la cancha. No fue bien ese partido. Salí con tensión desde el banquillo. Mis compañeros apenas me conocían, no sabían lo que podía rendir, ni cómo jugaba. Pero uno se lesionó en el calentamiento previo al cuarto partido, contra Phoenix. Salí de titular y anoté 27 puntos. A partir de ahí, todo fue mejor. Ser novato es difícil. Al periodo de adaptación hay que añadir que tienes que comprar donuts para tus compañeros, algunos veteranos te hacen llevar su maleta, etcétera. Pero a los dos o tres meses te dejan en paz. Lo malo es si te rebelas. Entonces se te complica el asunto. Tenía 21 años y para mí era un cambio radical: en todo, en el juego y en la vida.
P. ¿Le ayudó partir de un club como el Barça?
R. Mucho. Teníamos un gran equipo y un gran cuerpo técnico. Varios me ayudaban, sobre todo dos, Roberto (Dueñas) y Nacho (Rodríguez), que eran como hermanos mayores para mí y también para Juan Carlos (Navarro); más que un compañero, un amigo. Y Karnisovas, un tipo súper profesional. Me fijé en su ética de trabajo. Y Saras (Jasikevicius), un líder nato, con mucho carácter, que me ayudó a ver el juego, a moverme y a buscar más la pelota. Sabía que él me encontraría, estuviese donde estuviese.
P. ¿Cuál ha sido su momento de mayor gloria?
R. Los dos anillos. Fue maravilloso. Espero tener la oportunidad de conseguir más. El primero fue especial porque fue el primero y en la final vencimos con autoridad a Orlando. Pero el segundo quedará para siempre, por el rival (los Celtics), porque tuvimos que remontar, porque el séptimo partido fue en casa. Fue un momento máximo de entrega, de emoción, de sacrificio, de energía, de dejárselo absolutamente todo, como si no hubiera otro partido más en la vida. Actuamos bajo mucha presión, conscientes de la importancia de ganar. Antes de todo eso, hubo un momento mágico, el de mi traspaso de Memphis a los Lakers. Ni me lo creía.
P. ¿Y su momento más triste?
R. La última época en Memphis fue triste, dura, muy desmotivante. No veía la forma de mejorar ni de salir de una situación en la que no tenía potestad sobre ninguna decisión, incluidas las que incumbían a mi presente y mi futuro. No veía cómo salir adelante. Y yo siempre intento progresar, dar un paso más, y no podía por más que me esforzara.
P. ¿Y la lesión en el Mundial de 2006, con la selección?
R. Sí, fue un momento duro. Jugué a muy buen nivel. Pero hasta allí llegó el pie, hasta la semifinal contra Argentina. El equipo respondió de maravilla, ganamos el título y fue muy emotivo.
P. Pero en Memphis montaron en cólera.
R. Sí. Muy contentos no estaban. Y está claro que a partir de aquel momento, el equipo fue hacia abajo. Empezamos muy mal la temporada, yo me incorporé veintitantos partidos más tarde y fuimos a remolque el resto de la temporada. Fue duro.
P. ¿Alguna situación le ha irritado especialmente?
R. Siempre hay momentos y partidos en que estás insatisfecho, porque te ha ganado un equipo que no debería. Te dices '¡Madre de Dios!'; por ejemplo, los partidos del último playoff contra Dallas fueron muy duros, porque el equipo no estaba bien, yo tampoco y se sumaron cosas que propiciaron un final de temporada muy malo. Posiblemente haya sido cuando más me he cabreado.
P. ¿Lo da por superado?
R. Queda dentro y quedará. Es importante no olvidar ciertas cosas, pero no negativamente, sino que me sirven de motivación, para tener las cosas claras en el futuro. Fue bueno para saber qué pasa cuando el asunto se tuerce y en quién puedes confiar.
P. ¿Qué importancia concede a algunas acciones como aquel célebre mate ante Kevin Garnett?
R. No mucha. Son acciones que te ponen un punto por encima de los demás. Pero he realizado otras jugadas sobre las que no se ha hablado tanto. Esa estuvo bien, pero de la primera temporada podría sacar tres o cuatro mates parecidos ante figuras.
P. ¿Como quién?
R. Tim Duncan y David Robinson. Hay uno en que me voy y les meto un mate a los dos que ¡vamos! Y no se han mencionado nunca. Yo era un jugador con carácter. Nunca me he arrugado ante nadie. Me quería ganar el respeto de los mejores. Quería ser de los mejores. Simplemente son reafirmaciones de eso.
P. ¿Cómo se explica lo que sucedió en el último playoff?
R. Fue una suma de circunstancias que no ayudaron al buen funcionamiento ni del equipo ni mío. Son cosas que pasan. No le doy excesiva importancia. Hay temporadas que no salen las cosas como nos gustaría. Ahora lo valoro en positivo. He aprendido de esta experiencia y me ayudará a encarar las situaciones mejor y a rendir a más nivel.
P. ¿Siguen los Lakers con opciones al anillo?
R. Tendremos muchas. Contamos con un equipo experimentado, sin duda veterano. Nos podría favorecer que se acortara la Liga. Seguimos siendo competitivos y tenemos tanta o más hambre de ganar que antes.
P. ¿Quién sale beneficiado del lockout?
R. Nadie saldrá beneficiado y está perjudicando a todos: al deporte, a los aficionados, a los jugadores y a los propietarios. Todos estamos perdiendo en imagen. Al final se llegará a un acuerdo, en algún momento, económicamente más favorable para unos que para otros. Eso será inevitable. Pero el deporte y la Liga está perdiendo imagen en el mejor momento de su historia, en cuanto a producción y en cuanto a negocio. Todo estaba al máximo y hay gente que se equivoca en el enfoque de estas negociaciones.
P. ¿Eso también va por los jugadores?
R. Los jugadores estamos intentando defender nuestra situación. No exigimos nada, no pedimos nada, simplemente que no nos quiten tanto. Estamos dispuestos a ceder, a negociar y a llegar a un acuerdo justo, pero no nos pasemos.
P. Ricky Rubio da el salto a la NBA. ¿Ve más jugadores españoles con posibilidades de competir allá?
R. Es complicado. Tal vez alguno podría ir en los próximos cinco años, pero antes hay que ver cómo se resuelve el tema de las negociaciones. Si el acuerdo acaba siendo tan desfavorable como parece para los jugadores, habrá algunos que volverán a Europa porque ya no compensará tanto estar en la NBA. Hasta ese punto puede llegar el asunto.
P. Pero la diferencia de nivel y competición es grande.
R. Europa está a muy buen nivel. Es verdad que allí es algo más espectacular por las cualidades físicas y técnicas de los jugadores. Pero las Ligas europeas se han reforzado muy bien y tampoco tienen tanto que envidiar a la NBA.
P. ¿Sueña la selección española con una revancha olímpica?
R. Si Estados Unidos queda eliminado en cuartos de final y llegamos a la final y la ganamos, nos da igual. No queremos revancha. Nosotros intentamos aspirar al oro olímpico. En 2008, el equipo creyó en sus opciones, luchó al máximo y por eso tuvimos estuvimos cerca de ganar el oro. La imagen fue espléndida. No habrá complejo ni miedo, respeto sí, porque se lo merecen.
P. ¿Se ve jugando hasta los 38 años como Shaquille O'Neal?
R. Lo que quiero es ser productivo y siempre estar a un nivel alto. No me gustaría acabar arrastrándome. Físicamente estoy bien y espero estar al máximo nivel unos cuantos años más.
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