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miércoles, 30 de noviembre de 2011

Familiares de secuestrados por las Farc piden “no más rescates a sangre y fuego”

(AP) – Ana Dolores Carrero dice estar agotada. Ya ni quiere que le pregunten por su hijo José Libardo. Sólo quiere tenerlo de vuelta en casa, vivo.

“No más rescates a sangre y fuego”, dijo la madre del sargento de la policía José Libardo Forero retenido por las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (Farc) desde julio de 1999.

Afirmó que en repetidas reuniones con el pasado gobierno y el actual, han demando que no se hagan rescates de secuestrados porque el riesgo es que los rehenes mueran.

“No queremos, nosotros le hemos pedido mucho, pidiendo y exigiendo a toda hora, en las marchas en todos lados, en las reuniones, en las charlas con ellos, pero no acatan, creen que esto es un juego”, señaló la mujer de 64 años.

Carrero informó que también le han pedido a las Farc “que por favor les respeten la vida a los que queden allá y que por favor esa libertad (sea) lo más pronto posible, ya estamos cansados, nosotros (estamos) muy agotados de todo, no aguantamos más”.

Si las posibilidades de una liberación de secuestrados en poder de las Farc eran ya difusas, desde el sábado 26 de noviembre –cuando la guerrilla ejecutó a cuatro retenidos– reina la incertidumbre. Carrero, analistas y exsecuestrados consultados por la AP dicen no ver de inmediato una posible liberación.

Las Farc y el Gobierno colombiano no dan su brazo a torcer

El Gobierno y las Farc parecen atrincherados en sus posiciones. El primero exige la liberación de todos los secuestrados y los rebeldes demandan un canje de rehenes por la excarcelación de guerrilleros.

“Si el Gobierno persiste única y exclusivamente en los intentos de rescate… lo que vamos a encontrar seguramente y desafortunadamente es una tragedia similar a la que ocurrió el sábado“, dijo Luis Eladio Pérez, liberado a inicios de 2008 por las FARC tras seis años de secuestro.

“Yo no veo hoy muy buenas perspectivas… no sé qué más pueda suceder, si la guerrilla quiere unilateralmente liberar o otros secuestrados o el gobierno abra la puerta para un diálogo”, dijo.

Parientes de los 12 uniformados –ocho policías y cuatro militares– que aún están en manos de las Farc responsabilizan al Gobierno del presidente Juan Manuel Santos por lo ocurrido con los cuatro cautivos ejecutados porque dicen que es sabido que la instrucción de los rebeldes es matar a los rehenes en caso de un escape o detectar cualquier operativo

Disparar a los secuestrados es un orden interna, no pública o admitida por la jefatura rebelde, que se pena con el juicio y fusilamiento en caso de que un rebelde “pierda” a un secuestrado, según han dicho guerrilleros desmovilizados.

Es “muy sorprendente que las Farc no vean más allá de sus narices, cometan un homicidio de estas condiciones, es que es una salvajada”, dijo Camilo Gómez, Exalto Comisionado para la Paz en parte de frustrados diálogos de paz entre la guerrilla y el gobierno del expresidente Andrés Pastrana (1998-2002).

Los rebeldes deben “reconsiderar su posición inútil de secuestrar gente y es que las Farc no han ganado nada. ¿Qué ganaron en este montón de años teniendo a los secuestrados aparte del repudio absoluto?”, agregó Gómez. “Si las Farc tuvieran un poco de inteligencia los liberarían de inmediato”.

Del lado del gobierno, añadió Gómez, aunque puede intentar rescates, también “deberían analizar escenarios distintos porque una manera de proteger la vida de los secuestrados es exactamente buscar un acuerdo”.

“Sabemos que los secuestrados están enfrentando en este momento una situación difícil”, dijo el miércoles el director de la Policía Nacional, general Oscar Naranjo, pero ratificó el miércoles que las autoridades harán lo que esté a su alcance para garantizar la integridad de los rehenes.

“Pero también debo decir que son las Farc las únicas responsables del secuestro de mis hombres y las hago responsables de la integridad de mis hombres, de los soldados y de los colombianos secuestrados”, añadió.

Un rescate teñido por la tragedia

Los informes oficiales señalaron que los cuerpos de los uniformados encontrados el sábado tenían cada uno más de cinco tiros que fueron disparados a menos de metro y medio, en la cabeza o por la espalda. En el pasado ya rehenes han muerto a manos de los guerrilleros, en frustrados operativos de rescate o en confusos tiroteos entre unidades rebeldes.

La guerrilla dijo en un comunicado conocido esta semana que el Gobierno realizó un operativo en la zona de Solano, en el sureño departamento de Caquetá, donde fueron encontrados los cadáveres, para abortar una supuesta liberación de seis secuestrados que tenía prevista en una fecha no precisada.

Los muertos fueron identificados como el coronel de la Policía Edgar Duarte, el mayor de la Policía Elkin Hernández, el intendente policial Alvaro Moreno y el sargento del Ejército José Libio Martínez.

Otro suboficial, el sargento Luis Alberto Erazo, de 48 años y cautivo desde hacía 12 años, logró salvarse al huir del campamento hacia la selva, ocultarse y esperar hasta el final de la jornada cuando se topó con soldados.

“Sí tememos… No quiero que me lo entreguen como entregaron al coronel (Duarte) y al mayor Hernández en un ataúd”, dijo Carmen Cristina Arcia, una de los cuatro hermanos del sargento primero del Ejército Luis Arturo Arcia, secuestrado por las FARC desde marzo de 1998.

En la selva los secuestrados deben estar pensando “¿Ahora qué? ¿Ahora qué va a pasar con ellos y nosotros lo mismo estamos pensando?”, dijo Carrero. ¿Qué pensará la guerrilla o qué van a hacer con ellos? ¿O los van a soltar o los van a retener más tiempo? No sabemos nada”.