El Gobierno chileno decretó hoy zona de catástrofe a la sureña región
del Biobío, específicamente en los municipios de Quillón, Ranquil,
Florida y San Rosendo, donde un incendio ha consumido más de 18.000
hectáreas de bosques.
La información fue proporcionada por el propio presidente Sebastián
Piñera, que se encuentra en la zona afectada, donde también murió un
anciano que se negó a abandonar su casa, se quemaron un centenar de viviendas y
algunas industrias.
El mandatario improvisó una rueda de prensa en la escuela básica 56 de
Paredones, que resultó totalmente destruida, donde aseguró que nada más
controlar los incendios se iniciará la etapa de reconstrucción "que no será
fácil".
Acompañado por el ministro chileno del Interior, Rodrigo Hinzpeter, el
mandatario indicó que "se perseguirá con toda la fuerza del mundo a los
responsables de la tragedia en el Biobío", después de que tomara fuerza
la versión de que el incendio "fue intencional".
En el lugar, situado a unos 450 kilómetros al sur de Santiago, trabajan unos
600 efectivos de la Corporación Nacional Forestal (Conaf),
bomberos y militares con el apoyo de aviones y helicópteros cisternas.
El incendio de la región del Biobío se suma al siniestro que afecta a cerca
de 13.000 hectáreas del parque nacional de las Torres del Paine, a unos 2.000
kilómetros al sur de la capital chilena.
Piñera precisó este lunes, tras recibir un completo informe de la Oficina
Nacional de Emergencia (ONEMI), que desde el domingo se han producido 48
incendios, de los que 13 ya están extinguidos, 20 controlados y otros 15
activos.
En tanto, la ministra chilena del Trabajo, Evelyn Matthei, informó que el
Gobierno estudia reabrir este miércoles las zonas turísticas de las Torres del
Paine que se han librado del incendio, con el fin de asegurar el trabajo de un
millar de personas que en la zona se dedican al turismo.
EFE