RIO DE JANEIRO AFP— Joven, alta, bronceada y… ¿rellenita?. La chica de Ipanema
ha subido algunos kilitos y a muchas de las mujeres que
frecuentan las playas brasileñas, los trajes de baño diminutos ya no les
bastan.
Cada vez más fabricantes de trajes de baño se están dando cuenta de que la
cintura de las brasileñas se está agrandando y están produciendo modelos para
personas gordas.
Esto es una verdadera revolución en esta nación en la que las mujeres están
tan pendientes de sus cuerpos, donde las gorditas tenían que ir a la
playa bien cubiertas con camisetas grandes y pantis pegados al
cuerpo.
“Antes hacían bikinis pequeñitos que podían usar solamente las mujeres
delgadas, pero no todas tienen el cuerpo de una modelo”, declaró Elisangnela
Inez Soares mientras tomaba sol en Copacabana, con sus curvas pronunciadas
cubiertas por un bikini negro tamaño 12.
“Finalmente pareciera que la gente se está dando cuenta de que no
todas somos Gisele”, expresó esta mujer de 38 años, madre de cuatro
hijos, aludiendo a la modelo brasileña Gisele Bundchen.
La diseñadora de ropa Clarice Rebelatto dice que le costó encontrar una línea
de trajes de baño hasta que produjo Lehona.
“Honestamente, el problema va más allá de los bikinis. En Brasil, si eras un
poquito rellenita, te costaba mucho encontrar la medida indicada”, manifestó
Rebelatto, quien es medida 10. “Pensé, ‘yo ni siquiera soy tan gorda comparado
con muchas mujeres’. Si yo tengo problemas, ¿qué será de ellas?”.
La modista lanzó su nueva línea en 2010 y ha tenido un gran éxito.
Los 14 estilos con manchas de leopardo y motivos florales no son lo que
alguien normalmente asocia con trajes de baño para mujeres gordas. Tienen
escotes profundos y breteles delgadísimos y si bien las partes de abajo no puede
ser descrita como un hilo dental, algo típico de los bikinis brasileñas, son
bastante audaces.
“Partimos del principio de que las mujeres más grandes son como
cualquier otra: No quieren verse como señoras de edad que lucen
atuendos negros bien conservadores, que tapan todo”, expresó Luiz Rebelatto,
hijo de Clarice y director de Lehona.
Dijo que a raíz de la publicidad que recibieron esa marca y otras casas que
comenzaron a producir bikinis para mujeres rellenitas, Lehona ha sido inundada
de llamadas y correos electrónicos de personas interesadas en sus productos.
“Suenan entusiasmadas. Dicen que han estado buscando por
todos lados bikinis como estos”, manifestó Rebelatto.
Lehona se vende exclusivamente en negocios de todo Brasil para mujeres altas
y gordas. Sus bikinis cuestan el equivalente a 75 dólares, un precio
relativamente caro en este país, pero las ventas van muy bien, según
Rebelatto, quien, no obstante, no dio cifras.
Lo mismo ocurre con Acqua Rosa, marca convencional de trajes de baño que
incorporó una línea para mujeres rellenas en 2008. Hoy, las medidas grandes
representan más del 70% de las ventas, dijo su director Joao Macedo. Es lógico.
Por siglos, grandes extensiones de Brasil sufrieron de malnutrición y en 1970
el 10% de la población del noreste, donde abunda la pobreza, estaba por debajo
del peso indicado, de acuerdo con el instituto nacional de estadísticas.
Pero el fenomenal desarrollo económico de los últimos tiempos sacó a decenas
de millones de personas de la pobreza y las incorporó a la clase media.
Paralelamente se produjo un cambio físico en las personas. Un
estudio de 2010 indica que en un país caracterizado por los físicos esbeltos de
su población, el 48% de las mujeres y el 50% de los hombres estaban excedidos de
peso. En 1985 esas cifras eran 29% para las mujeres y 18% para los hombres.
El 15% de la población es directamente obesa.
Algunos analistas atribuyen el fenómeno a rápidos cambios en la nutrición,
pues cada vez se consumen más papitas fritas, carnes procesadas y gaseosas
llenas de azúcar, que reemplazan la vieja dieta basada en arroz, habichuelas y
vegetales.
Y si bien la elite brasileña es famosa por su buen estado
físico y su gusto por la cirugía estética, las personas que van
saliendo de la pobreza se hacen cada día más sedentarias. Un estudio de 2008
dijo que apenas el 10% de los brasileños hace ejercicio regularmente.
A pesar de la proliferación de “gordinhas”, como se le dice
cariñosamente a las mujeres rellenitas, no todos los fabricantes de trajes de
baños se preocupan por producir modelos para ellas.
La casa Salinas, por ejemplo, ofrece apenas cinco medidas y ninguna para
mujeres gordas.
Luis Rebelatto, de Lehona, lo atribuye a una actitud esnobista.
“Algunas marcas no quieren que su imagen sea asociada con mujeres rellenas”,
manifestó. “Solo con las delgadas, ricas y chic”.
De un modo u otro, ser gorda ya no es un estigma en Brasil. En el tren
subterráneo de Sao Paulo se están instalando asientos anchos para personas
obesas y la ciudad se apresta a realizar el primer concurso de belleza para
mujeres rellenas.
“Antes la gente me miraba mal”, afirmó Soares, la mujer voluptuosa de la
playa Copacabana. “Ahora vengo a la playa y veo mujeres mucho más grandes que yo
—muchas de ellas usando bikinis— y no me preocupo tanto”.
“Dios
hace a algunas personas delgadas, pero a mí me hizo así”, agregó,
mientras se esparcía aceite protector por el estómago y los muslos. “¿Por qué
tengo que pensar que se equivocó?”.