Por no dejar en evidencia a dos de sus jugadores, la federación de fútbol
inglesa (FA) decidió dejar en evidencia los buenos modales y la etiqueta de la
que siempre presumió. Enfrascados en una disputa racista, en la que John Terry
está acusado de proferir insultos -él lo niega- contra Anton Ferdinand por los
que deberá declarar en los juzgados el próximo miércoles, la FA optó por anular
los saludos previos al partido de la cuarta ronda de la Copa (FA Cup)
entre el Queen's Park Rangers y el Chelsea, resuelto por un penalti que marcó
Mata (0-1). "Después de varias reuniones entre los clubes y la federación, se
llegó a la conclusión de suprimir el apretón de manos para eliminar posibles
tensiones", explicó el comunicado oficial.
No hubo estrechón de manos quizá porque estaba latente el anterior caso de
Terry. El central del Chelsea tuvo un lío con la entonces esposa de Wayne
Bridge, que era un compañero blue. Cuando se supo, con Bridge ya en el
Manchester City, se encontraron los dos sobre el tapete y, tan irritado como
dolido, Bridge le negó la mano, rodeado de flashes y del murmullo
internacional. Ese acto fue castigado por Fabio Capello, que quitó a Terry
durante 13 meses el brazalete de capitán de la selección inglesa.
Ahora el afectado era Ferdinand, tan molesto con Terry como respaldado por su
hinchada, hasta el punto de que fue un aficionado el que desató el conflicto al
materializar la denuncia en el partido liguero. Por ello, la Fiscalía General
del Estado pidió a la policía que le imputara por "un delito de alteración de
orden público con agravante racial". Nada nuevo para Terry.
Indiscutible en el eje de la zaga -"es uno de los mejores centrales del
mundo, tal vez de la historia", dice el entrenador Villas-Boas-, Terry se ha
hecho igual de famoso fuera de los terrenos de juego por sus sucesivas
polémicas. Conocido es que en 2001 insultó a unos turistas norteamericanos en un
bar del aeropuerto de Heathrow y que le congelaron el sueldo dos semanas. Al año
siguiente se metió en una pelea en un bar londinense que acabó con un guarda
herido de gravedad. Finalmente, fue absuelto. Pero pronto se volvió a meter en
más líos. En 2005 intentó seducir a una mujer de 17 años, en 2008 le pusieron
una multa de 70 euros por aparcar en una plaza para discapacitados, en 2009
cobró 12.000 euros por hacer de guía en el Chelsea sin consentimiento del club y
en 2011 vendió sus abonos de Wembley por 5.000 euros por partido.
El momento es delicado en la Premier: Luis Suárez fue suspendido ocho
encuentros por llamar negro a Evra, el Liverpool (ayer ganó 2-1 al United en la
Copa) pidió perdón por más aberraciones racistas de un aficionado ante Adeyemi
(Oldham) y, según The Telegraph, Ferdinand recibió antes del choque una
carta con una bala. Pero nada hizo cambiar la idea de la FA, lejos de recuperar
la normalidad y los modales.
EL PAIS