EFE).- El emperador de Japón, Akihito, se encuentra estable tras someterse hoy a una operación de “bypass” coronario, de la que se espera que se recupere a tiempo para las conmemoraciones, el próximo 11 de marzo, del primer aniversario del desastre de Fukushima.
Akihito, de 78 años, está ingresado en la unidad de cuidados intensivos del Hospital Universitario de Tokio, donde necesita de momento un aparato de respiración asistida.
Los cirujanos lograron crear con éxito en la intervención, que requirió de anestesia total, una desviación vascular para que la sangre pueda circunvalar dos arterias coronarias del emperador.
La operación se realizó después de que una angiografía revelara, el pasado 11 de febrero, un estrechamiento de esas dos arterias.
Los integrantes del equipo médico, compuesto por miembros del Hospital Universitario de Tokio y del Hospital Juntendo, destacaron la buena coordinación en la operación, que duró casi cuatro horas.
Según detalló en una rueda de prensa televisada el doctor Atsushi Amano, que dirigió el equipo, aún es pronto para estimar que la operación ha sido un éxito, puesto que su verdadero objetivo es que Akihito recupere la normalidad en su día a día.
Los doctores recomendaron precisamente la intervención para que el jefe de Estado nipón pueda llevar a cabo más fácilmente sus compromisos oficiales y actividades académicas (Akihito es un activo investigador ictiológico), además de jugar al tenis, uno de sus pasatiempos predilectos.
Los médicos prevén que el emperador permanezca en cuidados intensivos hasta la mañana del lunes, que comience el proceso de rehabilitación la semana próxima y que sea dado de alta dentro de unas dos semanas.
Según comunicó previamente la Agencia de la Casa Imperial, se espera que, tras abandonar el hospital, Akihito pueda presidir una ceremonia el próximo 11 de marzo para conmemorar el primer aniversario del desastre que devastó el noreste de Japón.
Por su parte, el médico de la Casa Imperial, Ichiro Kanazawa, explicó en la misma rueda de prensa que aunque el emperador mantuvo su agenda oficial hasta el jueves, ha visto muy limitada su actividad diaria desde que se le detectó la afección cardiovascular.
De momento, y hasta que concluya todo el proceso postoperatorio, el príncipe heredero, Naruhito, será el encargado de despachar las actividades oficiales de su padre.
En la última década, el emperador ha padecido varios problemas de salud, ya que fue operado de un cáncer de próstata en 2003 y sufrió una hemorragia estomacal en 2008.
Además, el año pasado le fue diagnosticada arteriosclerosis coronaria y estuvo hospitalizado varios días por una neumonía.
Los medios de comunicación nacionales estuvieron hoy pendientes de su evolución y abarrotaron el Hospital Universitario de Tokio.
Además, muchos nipones mostraron su cariño al “tenno” (príncipe del cielo, en japonés) y se acercaron al exterior del Palacio Imperial, donde se instaló un libro para escribir mensajes de apoyo y oraciones para rogar por su buena salud, informó la agencia Kyodo.
A última hora de la tarde, más de 11.500 personas habían firmado, en una prueba de que los japoneses siguen venerando a su emperador, aunque ya no tenga el halo divino que rodeó a su padre, Hirohito, hasta la derrota japonesa en la II Guerra Mundial.
Coronado en 1990 tras el fallecimiento de su padre, su papel se limita al de un monarca constitucional que sanciona los nombramientos oficiales y tiene funciones diplomáticas, sin poder ejecutivo.
A pesar de ello, los cronistas oficiales consideran que “el emperador de la paz”, nombre con el que se conoce a Akihito, ha tratado de mostrar durante su reinado una faceta más cercana del Trono del Crisantemo, la dinastía reinante más antigua del mundo.
Cinco días después del sismo y el tsunami del 11 de marzo, y en plena crisis en la central nuclear de Fukushima, el jefe de Estado hizo una histórica aparición televisiva en la que instó a los nipones a no perder la esperanza y a ayudarse entre ellos para superar la peor crisis en el país desde la II Guerra Mundial.
Tanto él como la emperatriz Michiko, con la que contrajo matrimonio en 1959, viajaron después en siete ocasiones a zonas afectadas por la catástrofe y hablaron personalmente con personas desplazadas por el desastre en refugios temporales.
Los datos de la Casa Imperial desvelan además que en 2011 el emperador realizó otras 49 visitas oficiales, despachó unos 950 documentos y asistió al nombramiento de más de cien ministros.