La segunda jornada del juicio contra Ratko Mladic por genocidio y crímenes de guerra y contra la humanidad, que se celebra este jueves en La Haya, ha entrado de lleno en Srebrenica. La ciudad bosnia fue el escenario del asesinato de cerca de 8.000 varones musulmanes en 1995, y la acusación del Tribunal Penal para la antigua Yugoslavia (TPIY) ha sido clara. Piensa demostrar “la responsabilidad directa de Mladic en un crimen que nunca se ha puesto en duda”. “El Ejército serbobosnio no actuó por su cuenta. El acusado estuvo allí y ejerció el control”, ha dicho Peter McCloskey, el fiscal que ha tomado hoy la palabra.
Mladic, de nuevo vestido de paisano, ha tomado notas durante la presentación de la fiscalía. En un momento, cuando la sala ha visto unos vídeos previos a la toma de Srebrenica, con sus vecinos huyendo hacia los barracones de los cascos azules holandeses de la ONU, que debían protegerles, el antiguo militar ha negado con la cabeza. Luego ha repetido el gesto al aparecer en pantalla los cadáveres de jóvenes y adultos de la ciudad. Estaban amontonados frente a la puerta de un almacén y junto al autobús en el que debían ser supuestamente evacuados.Como todas las guerras de los Balcanes, la de Bosnia (1992-1995) fue filmada prácticamente en directo en diversos momentos por las televisiones del mundo. Apoyándose en dicho material gráfico, el fiscal ha hilvanado el relato previo a la toma de Srebrenica. “Mladic y sus comandantes prepararon la expulsión y asesinato de hombres y jóvenes musulmanes bosnios ya en 1993, y el crimen culminó entre el 12 y el 16 de julio en Srebrenica”, ha dicho el fiscal. Basándose en declaraciones del propio exgeneral serbobosnio, que era también el Jefe del Estado Mayor del Ejército, ha presentado al Tribunal los detalles de un plan pensado para “crear una crisis humanitaria previa al genocidio, sitiando y atacando las ciudades musulmanes de Bosnia (Srebrenica y Potocari entre ellas) hasta rendir a sus habitantes”.
“Mladic exigió que los musulmanes fueran desarmados y se entregaran. Les aseguró que estaba en sus manos salvarse o morir. Entretanto, preparaba con sus mandos ejecuciones sumarias. El Ejército serbobosnio era profesional y cumplieron las órdenes recibidas con pericia militar”, según McClosky. Su relato desvela los preparativos del genocidio. La abundante documentación militar previa y la estrecha relación entre Mladic y su jefe político, el también serbobosnio Radovan Karadzic, que aprobó el asalto de Srebrenica y la persecución sistemática posterior de los vecinos varones, entre 15 y 60 años, que huyeron a las montañas para intentar salvarse.
Los documentos prueban la obsesión de Mladic con los musulmanes bosnios, a los que llama turcos en tono despreciativo. Y la resolución con que Mladic sigue adelante una vez ganada la plaza de Srebrenica. “Que no escape nadie. Se han rendido. Los sacaremos de allí, quieran o no”, dice, a sus soldados, antes de celebrar con una cena el éxito de la operación.
Desde 1995 —aunque la fiscalía ha recordado que las persecuciones y asesinatos de hombres de Srebrenica llegaron a 1996— han sido exhumados e identificados 5.917 cadáveres. Todos fueron abatidos a tiros. Muchos recibieron también palizas o fueron objeto de torturas previas. Un solo detalle diferencia el genocidio perpetrado en Bosnia de otros similares, en especial el Holocausto. Los nazis llevaron un recuento minucioso de la identidad de sus víctimas. “Mladic no elaboró listas de nombres. No hubo escrutinio. No tenía la intención de que sobreviviera nadie”, en palabras del fiscal.
EL PAIS