EFE).- La mandataria brasileña, Dilma Rousseff, asumió hoy su primera presidencia rotativa en un Mercosur que intenta esquivar las balas de la crisis global, gana cuerpo con la incorporación de Venezuela y busca superar la crisis política de Paraguay, suspendido temporalmente del bloque.
Rousseff, que recibió el martillo que simboliza la titularidad del Mercosur de manos de su colega argentina, Cristina Fernández, dijo que uno de los “retos” de su gestión será la de conducir a la unión, también integrada por Uruguay, por las aguas turbulentas de la crisis internacional.
Precisamente, en la cumbre realizada hoy en la ciudad argentina de Mendoza, el bloque argumentó que su decisión de incorporar a Venezuela actuará como un “factor de estabilidad económica y social” frente al complejo escenario mundial”.
“En economía, el volumen lo es todo. Por eso -y más aún en un contexto de crisis mundial- es muy importante el ingreso de Venezuela, que además puede generar un nuevo flujo de comercio e inversiones entre los países del bloque”, dijo a Efe el economista Pablo Tigani, de la argentina Fundación Esperanza.Con la incorporación de Venezuela, el Mercosur contará con el quinto exportador mundial de crudo, enormes reservas de hidrocarburos y un nuevo mercado de 29 millones de consumidores.
La incorporación de Venezuela estaba frenada desde 2006 por una negativa del Congreso paraguayo, el mismo que el pasado viernes destituyó al presidente Fernando Lugo en un controvertido proceso que desembocó hoy en la suspensión de Asunción en el Mercosur hasta la celebración de elecciones, en abril próximo.
“La salida de Lugo y un nuevo presidente que es rechazado por todos los miembros del bloque crean un contexto muy critico para el Mercosur. Es la primera vez que el bloque se enfrenta a una prueba de fuego de este tipo. Al Mercosur, que ya venia con un proceso interno complicado, esto le afecta fuertemente”, dijo a Efe el analista Patricio Giusto, de la consultora Diagnóstico Político.
La mandataria brasileña aseguró que hará los “mejores esfuerzos para que las elecciones de abril en Paraguay sean democráticas, libres y justas”.
Para Tigani, Rousseff, quien asumió la Presidencia de su país en enero de 2011, debe evaluar “en lo comercial, cómo hacer para que la región no sea invadida por los excedentes de producción que van a haber en los países desarrollados, y en lo financiero, cómo hacer para no pagar parte de esta debacle que puede venir a partir de una crisis bancaria y de deuda soberana”.
Ante ese cuadro, Brasil y Argentina han apostado por fuertes medidas de protección comercial, cuestionadas por las economías menores del bloque, Paraguay y Uruguay.
“Argentina y Brasil deben cuidar de no perjudicar desde el punto de vista comercial a sus socios menores, Paraguay y Uruguay, porque eso podría causar en un futuro la disolución del Mercosur”, dijo a Efe el analista internacional Horacio Calderón.
Por eso, para Giusto “el principal desafío para Rousseff es frenar el avance del proteccionismo comercial del lado argentino y calmar el descontento creciente por parte de las dos economías más pequeñas, principalmente Uruguay”.
“Es un desafío más político que comercial el que tiene Dilma: ver cómo hacer que la relación con su principal socio, Argentina, no se dañe y que tampoco crezca el descontento de los otros socios”, señaló el analista.
Rousseff, añadió, “debe por tanto arbitrar intereses y ser componedora, un rol que le sentaba mucho mejor” al expresidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva (2003-2011), que ocupó la titularidad del Mercosur en cuatro fructíferos períodos.
“A diferencia de Lula, Rousseff es una mujer que se caracteriza por la dureza y por lo determinante que es a la hora de tomar decisiones”, apuntó.
Por otra parte, la agenda interna de Brasil podría hacer que la mandataria opte por dar prioridad a los reclamos de los industriales de su país en detrimento de los asuntos regionales.
Brasil, de hecho, ya ha comenzado a sentir en sus puertas las sirenas de la crisis global.
El Banco Mundial dijo este mes que la principal economía latinoamericana cerrará el año con un crecimiento de apenas el 2,9 %, mientras que Argentina crecería sólo un 2,2 %, muy lejos de la expansión del 8,9 % lograda por ese país en 2011