Reuters).- Frente a un mural en el que aparece Jesucristo y la Virgen María empuñando unos AK-47 en un humilde barrio de Caracas, tres niños con camisetas rojas y enmascarados con pañuelos sostienen rifles de asalto y agitan copias de la Constitución de Venezuela.
La impactante foto, publicada en internet a inicios de año por el grupo radical “La Piedrita”, desató una avalancha de indignación que traspasó las fronteras del país sudamericano con un reguero de alarmantes titulares como “Los niños paramilitares” o “Los niños armados de la revolución”.
A ojos de sus críticos, los colectivos no son más que organizaciones de criminales encapuchados, tropas de choque de la revolución bolivariana preparadas para sembrar el terror entre los enemigos del mandatario.Para muchos en el exterior, esa imagen fue un fugaz primer vistazo al interior de los “colectivos”, organizaciones de izquierda radical que se han autoproclamado guardianes del proyecto socialista del presidente Hugo Chávez y defensores de sus comunidades.
Muchos los consideran grupos anárquicos que no responden más que al liderazgo de Chávez.
Su perfil se ha inflado en los últimos cuatro años con algunas acciones controvertidas como la inauguración de una plaza en honor al caído jefe de la guerrilla colombiana Farc Manuel Marulanda “Tirofijo” y acusaciones de violencia contra políticos y periodistas contrarios al Gobierno.
Con la elección presidencial a la vuelta de la esquina, en la oposición temen que los colectivos se tornen violentos si el candidato Henrique Capriles desafía las encuestas y gana el 7 de octubre, o si el mandatario se viera forzado a abandonar la escena pública por una recaída del cáncer del que fue tratado el último año.
En el céntrico barrio “23 de enero”, bastión de los colectivos en la capital venezolana, algunos de sus líderes hablaron con Reuters y denunciaron que son víctimas permanentes de la propaganda de la derecha.Incluso un sector de la oposición teme que, si las urnas no lo favorecen, Chávez pueda simplemente negarse a abandonar el poder respaldado en militares aliados, la milicia bolivariana y este tipo de grupos, algo que él ha negado recordando una y otra vez que ya aceptó una derrota en el referendo del 2007.
“Los menos interesados en una jornada de violencia o desestabilización somos nosotros, porque tenemos el triunfo asegurado (la reelección de Chávez)”, dijo Juan Contreras, cofundador de la Coordinadora Simón Bolívar.
“Nosotros y muchos otros colectivos estamos armados, pero con conciencia, armados de educación, de esperanza”, agregó en la sede del grupo, una antigua estación de policía adornada ahora con murales revolucionarios.
Pero esta es una elección distinta a los más de 10 procesos comiciales que ha visto Venezuela desde que Chávez llegó al poder en febrero de 1999.
El jefe de Estado, quien tras haber sido operado de tumores cancerígenos se recupera ostensiblemente de su enfermedad, enfrenta a una oposición que por primera vez apoya sin fisuras a un candidato unitario surgido de elecciones primarias.
Ambos bandos exudan optimismo, ambos bandos instan a su adversario a reconocer la derrota, ambos bandos ven los comicios como una batalla decisiva por el futuro del país.Aunque el líder bolivariano tiene una ventaja porcentual de dos dígitos sobre su rival en la mayoría de las encuestas, los
estudios avisan que Capriles, un gobernador de 40 años que ha estado haciendo campaña a lo largo y ancho del país atrayendo a multitudes, todavía tiene posibilidades en las urnas.
estudios avisan que Capriles, un gobernador de 40 años que ha estado haciendo campaña a lo largo y ancho del país atrayendo a multitudes, todavía tiene posibilidades en las urnas.
En este contexto tan polarizado, la mera existencia de los colectivos pone de relieve el riesgo a disturbios y caos callejero en una sociedad afligida por una de las mayores tasas de asesinatos del mundo, donde proliferan las armas y reina la impunidad.
A pesar de su pródigo apoyo hacia el “Comandante-Presidente” y sus políticas, los grupos más radicales, a los que muchas veces se acusa de ser “más chavistas que Chávez”, son una pesadilla para las relaciones públicas del Gobierno.
Ante las críticas a la foto donde aparecen los menores, La Piedrita alegó que fue tomada durante una obra de teatro escolar sobre los líderes guerrilleros de la historia venezolana y que las armas eran juguetes.
Pero eso no frenó la ira de Chávez, quien criticó duramente al grupo y llegó a lanzar la tesis de que fue infiltrado por la agencia de inteligencia estadounidense CIA.
Luego de eso, las fuerzas de seguridad realizaron una redada en el barriointentando arrestar sin éxito al líder de “La Piedrita”.