Ayer apareció en redes y en varios medios digitales venezolanos una imagen que se ha prestado para todo tipo de interpretaciones. En la fotografía, de la Presidencia de la República de Colombia, se observa al presidente Juan Manuel Santos hablando con unas niñas. La foto no tendría nada de raro, si no es porque al fondo, sobre un escritorio, se ve sobre una mesa la gorra tricolor que utiliza para hacer campaña el candidato de la oposición, Henrique Capriles. De inmediato surgieron todo tipo de comentarios y preguntas sobre las preferencias del presidente colombiano por el candidato venezolano y el mensaje que había querido enviar a Venezuela con esa foto. Es curioso pero a ningún venezolano con el que he hablado del tema se le ocurre la posibilidad de que la gorra simplemente sea “desorden” sobre el escritorio.
Si esta foto hubiera salido hace unos meses es probable que no hubiera causado tanto revuelo. Pero como hace una semana el candidato de la oposición viajó a Colombia a reunirse con Santos de manera privada e intempestivamente, y justo el día después de que capturaran en Venezuela al narcotraficante Daniel el Loco Barrera, la gorra en la foto está cargada de intención para los venezolanos, que le están dando mucha importancia al presidente Santos y al rol que él está jugando en estas elecciones.
He recogido algunos de los comentarios sobre los cálculos de Santos y la visita de Capriles, en donde además entran a jugar actores como Uribe y el “imperio”, entre otros. Aquí van. Que Santos no le quería dar la cita a Capriles porque le daba temor ofender a Chávez, y más desde que se hizo público que Venezuela está participando como país mediador con las FARC en el proceso de paz que ahora inicia. Que Santos dudó en darle la cita porque Capriles es descendiente del fundador de la cadena Capriles de noticias, famoso por su desdén hacia los colombianos. Que Santos no lo quería recibir en Casa de Nariño porque Capriles es el candidato de Uribe. Que Santos, al contrario, busca acercarse a Capriles para atacar a Uribe, porque sabe que Chávez, el enemigo número uno del ex presidente colombiano, va a perder. Que Santos le contó a Chávez de la reunión con Capriles días antes, y que por eso Chávez mandó a capturar al Loco Barrera el día anterior a la cita. Que la oposición venezolana, como tiene contactos con la CIA, sabía de la operación del Loco Barrera de ante mano y por eso pidieron la cita de manera apresurada. Santos habría aceptado por imposición de la CIA reunirse con Capriles para opacar así el triunfo de las fuerzas de seguridad bolivarianas.Hay más, pero estos sirven para ilustrar toda la especulación que hay en torno al tema.
El único aspecto sobre el que parece haber algo de consenso es acerca del pragmatismo o sangre fría de Santos. Varias personas me han comentado acerca del “estómago” del presidente colombiano, a quien califican como un zorro político o cachaco hipócrita, para hacer pactos con Dios y con el diablo. Santos genera desconfianza entre muchos venezolanos, pero también auguran que pase lo que pase, las relaciones con Colombia seguirán por buen camino, por ese mismo talante “doble” del presidente colombiano. El escenario que se contemplaba hace unos años de que Chávez, viéndose desesperado por ganar las elecciones, provocaría una guerra con Colombia para exaltar la necesidad de defender la patria, y a él como su máximo defensor, parece haberse esfumado. Pero no tanto por Chávez, sino por las múltiples caras del mandatario colombiano o, como me dijo un colega ayer, por lo que llama el “factor Santos”.
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