) – Tuvo que enfrentar a una oposición más unida que nunca y a un cáncer que lo tuvo al borde de la muerte, pero el presidente Hugo Chávezvolvió a salir airoso y logró extender el horizonte de su poder en Venezuelahasta 2019 usando su armas de siempre: su llegada a la gente con sonrisas y regalos.
Para superar el domingo su mayor reto en las urnas, el carismático militar retirado tuvo que hacer un titánico esfuerzo por doblegar al joven aspirante opositor Henrique Capriles y poner al límite la maquinaria de Gobierno para entregar viviendas, inaugurar obras y acelerar subsidios.
“Me comprometo a ser cada día mejor presidente de lo que he sido en estos años”, garantizó el mandatario de 58 años, ante la multitud eufórica congregada en el palacio presidencial y empuñando una réplica de la espada del héroe de la independencia Simón Bolívar como símbolo de victoria.
Nacido en un rancho con piso de tierra en las remotas llanuras venezolanas, Chávez ha superado un largo relicario de obstáculos desde que asumió el poder hace 14 años en la nación caribeña, donde ni un golpe de Estado, ni un feroz paro petrolero, ni un referendo para revocar su mandato pudieron descarrilar su proyecto socialista.
En su nuevo mandato de seis años buscará llevar el socialismo a un punto sin retorno, pero enfrentará por primera vez un líder opositor que, con el 45 por ciento de los votos, muestra a un país profundamente más dividido que tras las últimas presidenciales del 2006.Ahora, el cáncer en la región pélvica del que declaró curado hace cinco meses luego de someterse a tres cirugías y un duro tratamiento es la mayor nube que se cierne sobre el futuro del líder bolivariano.
Chávez, quien se proclama heredero político de Bolívar, está decidido seguir haciendo crecer su “revolución” en casa y en la región para impulsar la justicia social entre los más desprotegidos.
Pero sus adversarios lo acusan de llevar las riendas de un gobierno ineficaz y autocrático, y de buscar permanecer en el poder a toda costa abusando de los recursos públicos para conquistar votos.
“¡Venezuela más nunca volverá al neoliberalismo! ¡Venezuela seguirá transitando hacia el socialismo democrático y bolivariano del siglo XXI!”, gritó, vestido con su clásica camisa roja que prácticamente no usó en la campaña.
Chávez, una emoción
Aunque la enfermedad hizo mella evidente en el presidente, también sirvió para reforzar la conexión emocional con sus seguidores, a los que planteó una decisión existencial sobre su liderazgo más que un juicio crítico a la gestión lastrada por demoras en importantes proyectos y promesas.
La militancia socialista lo sigue viendo como el protector de los excluidos y se siente reivindicada con su historia de un muchacho pobre del interior que soñaba con ser beisbolista en Estados Unidos y acabó rigiendo los destinos de la nación caribeña bajo el estandarte “antiimperialista”.
Su idilio con los más humildes comenzó con un improvisada alocución paradójicamente breve, en la que el entonces espigado teniente coronel convirtió el fallido golpe de Estado del 4 de febrero de 1992 en un invaluable capital político que lo catapultó a la presidencia seis años después.
Sus populares “misiones” sociales en alimentación, salud y educación marcaron la diferencia para millones de venezolanos de escasos recursos y lubricaron un innegable carisma que le ha permitido imponerse en 12 batallas electorales y encajar sólo dos derrotas por estrecho margen.
En sus maratónicos discursos, que ha llegado a superar las nueve horas, su lenguaje campechano y a veces procaz hace las delicias de sus simpatizantes e irrita a sus enemigos, que le piden que hable menos y trabaje más.
“Me comprometo a ser cada día mejor presidente de lo que he sido en estos años”
Dos veces divorciado y con cuatro hijos, Chávez propugna un “anticapitalismo” radical donde el Gobierno controle de cerca a la empresa privada y el Estado sea el principal agente de la economía con la nacionalización de sectores estratégicos y el uso discrecional de los enormes recursos petroleros.
La victoria, por unos 10 puntos, restaña el aura de invulnerabilidad electoral del mandatario de cara a las elecciones regionales de diciembre y supone un desesperante revés para sus adversarios del que les costará recuperarse.
Dramático, espontáneo, imprevisible, su controvertida política exterior ha copado titulares en todo el mundo con sus feroces invectivas contra “el imperio yanqui”, cercanas alianzas con países bajo escrutinio internacional como Cuba, Irán y Siria y su empeño en erigir un frente socialista en América Latina.
Llamado por la izquierda a ser el “heredero político” de su amigo y aliado cubano Fidel Castro, un gran signo de interrogación se cierne sobre quién podría ser su sucesor si la enfermedad ataca de nuevo.
Mientras tanto asegura, una y otra vez, que el chavismo ya no es sólo cuestión de Chávez.
“Chávez ya no soy yo. Tú también eres Chávez, muchacha. Tú también eres Chávez, muchacho. ¡Todos somos Chávez!”, insistió en la campaña.