En 1965 Volker Kraft animó a su esposa y sus dos hijos a que festejaran la Pascua con una costumbre legendaria en los pueblos más tradicionales de Alemania: adornar el árbol de su casa con más de 10.000 huevos de Pascua, tradición que comenzó tan solo con 18 piezas pero que fue creciendo en cantidad y esmero con el pasar de los años.