Un excombatiente estadounidense de la guerra de Irak se quitó la vida al no poder lidiar con la carga de conciencia que lo perseguía por más de diez años.
Daniel Somers se suicidó después de una dura lucha contra el estrés postraumático que sufría debido a los "crímenes contra la humanidad" que cometió, explicó el propio exsoldado en su última nota.
Somers, de 30 años, había sido asignado a un equipo de Inteligencia Táctica en Bagdad, con el que participó en más de 400 misiones de combate como artillero y en la realización de interrogatorios.
"Sería un psicópata si quisiera seguir vivo después de haber participado en aquello", dice en su última carta.
"La verdad es la siguiente: me obligaron a participar en acciones que son difíciles de describir. Crímenes de guerra, crimenes contra la humanidad. Hay cosas de las que una persona no puede recuperarse", explica.
"Mi cuerpo se ha convertido en una jaula, una fuente de dolor y de problemas constantes. La enfermedad que tengo me ha causado un dolor que ni siquiera los medicamentos más fuertes podrían aliviar, y no tiene cura".
"No es un suicidio, sino una muerte misericordiosa. Fue rápido, y sin sufrimiento. Y, sobre todo, ahora soy libre. No siento más dolor", escribió.