A la una de la tarde de este jueves, cuatro horas antes de la llegada del papa Francisco, todos los accesos de Copacabana fueron bloqueados al tránsito y el metro comenzó a escupir una inmensa multitud que se tomó este famoso barrio de Río de Janeiro a los gritos de "Ésta es la juventud del Papa".
Pero a esa hora el metro seguía escupiendo grandes grupos de diferentes nacionalidades que se juntaban a los que esperaban desde muy temprano para escoger los mejores lugares y que resistían a la lluvia con capas plásticas.
A las seis de la tarde, ya en el gigantesco palco montado en medio de la playa, el pontífice se sorprendió de ver la inmensa multitud que desafiaba un inusual frío en Río de Janeiro para verle y que no dejaba espacios en la playa.
"Ustedes están mostrando que la fe es más fuerte que el frío y la lluvia. Felicitaciones. Ustedes son unos verdaderos guerreros", afirmó Francisco antes de recibir una ovación que se escuchó a lo largo de los cuatro kilómetros de la playa.
Fue el primer encuentro multitudinario del pontífice con los cariocas y los 350.000 jóvenes de todo el mundo que se inscribieron formalmente en la Jornada Mundial de la Juventud, que se extiende hasta el domingo, cuando el papa volverá a Copacabana para celebrar una misa campal.
A diferencia de una ceremonia religiosa, ese primer encuentro más parecía una fiesta o un partido al que todos acudían en grupos, con banderas o colores que dejan claro su país de origen, sin disimular la felicidad, y hasta con instrumentos musicales.
La alegría era palpable ya en el metro, repleto de jóvenes que hablaban entre sí sin conocerse, saludaban la entrada de más personas, cantaban en varios idiomas y no dejaban de repetir "Ésta es la juventud del papa".
EFE