Acudir a un festival de rock o simplemente subir al máximo el volumen del equipo de música mientras escuchamos nuestra canción favorita, puede ser bueno para el cerebro.
Tal y como han demostrado el científico Neil Todd y sus colegas de la Universidad de Manchester (Reino Unido), cuando escuchamos música a más de 90 decibeles -una frecuencia similar a la que produce el tráfico denso de camiones-, una zona del oído interno conocida como "sacculus" estimula al cerebro para que libere endorfinas que nos hacen sentir placer.
Cuando varias personas se reúnen para cantar, ya sea en un coro, karaoke o entonando el himno de nuestro equipo antes de un evento deportivo, este órgano también reacciona, asegura Todd.
Este mecanismo de generación de placer por vía auditiva tiene millones de años, originándose en los peces y manteniéndose en la cadena evolutiva hasta llegar a los seres humanos.
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