Malasia vivirá mañana el primer aniversario de la desaparición del Boeing 777 de Malaysia Airlines con 239 personas a bordo sin actos oficiales y sin ceremonias en los principales templos religiosos de Kuala Lumpur.
“Sólo celebraremos un acto privado”, señaló a Efe la portavoz de prensa de la aerolínea malasia Malaysia Airlines, un año después del siniestro y en el que muchas familias aún sienten las heridas abiertas y frustración por la falta de respuestas.
Tanto la aerolínea como el Departamento de Aviación Civil malasio han mantenido una actitud opaca, quizá para evitar los problemas de comunicación que han minado su relación con los familiares y amigos de los ocupantes del vuelo MH370.
Desde los primeros días del siniestro, los familiares mantuvieron enfrentamientos con la aerolínea porque consideraban que no eran informados cabalmente de las investigaciones.
Aunque aún existe cierta división entre algunas familias de los desaparecidos y Malaysia Airlines, la aerolínea también recordará mañana a los 13 tripulantes que iban en el vuelo con una ceremonia privada.
“El dolor y la pérdida son asuntos intensamente personales. Cada familia querrá marcar la ocasión a su manera, alejados del foco de los medios”, indicó la compañía malasia, según la agencia local Bernama.
La desaparición del avión ahondó la crisis financiera que padecía ya Malaysia Airlines y creó un misterio sin resolver, tras un año de búsqueda de restos en el océano Índico, donde se cree que se estrelló el avión.
Las familias exigen respuestas, pero los expertos coinciden en su mayoría en que primero hay que encontrar restos o pruebas para poder aclarar lo que ocurrió.
“Sin información del Flight Data Recorder (FDR) y del Cockpit Voice Recorder (CVR) -las cajas negras- es muy complicado conocer qué es lo que pasó en los instantes previos a su desaparición, y en los minutos/horas siguientes”, indicó a Efe Fernando Marián de Diego, controlador aéreo y analista de Aprocta, la Asociación Profesional de Controladores de Tránsito Aéreo española.
Marián de Diego consideró que Malasia actuó conforme a los reglamentos internacionales y, en su opinión, la única certeza es que el avión “no está volando” y que la probabilidad, en términos matemáticos, sobre lo ocurrido es infinita.
“El avión se pudo estrellar de manera controlada o no. De manera intencionada o no. Lo que está claro es que hay que seguir buscando”, precisó.
En su opinión, con sistemas como la red satélite GPS estadounidense, la GALILEO europea y la GLONASS rusa se cubre prácticamente todo el globo, por lo que sólo hace falta voluntad para que los aviones estén localizados continuamente.
La compañía Immarsat ha propuesto por su parte un sistema de seguimiento gratuito para las 11.000 aeronaves comerciales actualmente en activo para que no vuelva a ocurrir un desastre así.
De momento, Australia, Indonesia y Malasia han introducido un nuevo sistema que reduce de 40 a 15 minutos el intervalo en el que los aviones envían mensajes a los satélites.
El avión de Malaysia Airlines desapareció el 8 de marzo de 2014 tras cambiar de rumbo en una “acción deliberada”, según los expertos, tan solo cuarenta minutos después de haber despegado de Kuala Lumpur con dirección a Pekín y de que alguien apagara los sistemas de comunicación.
Sin embargo, el satélite Immarsat siguió recibiendo señales sin información sobre su localización pero que fueron analizadas por los expertos, que concluyeron que voló durante unas 6 horas más y se estrelló en el Índico.
Las operaciones, dirigidas por Australia, Malasia y China, se centran en un área de 60.000 kilómetros cuadrados a unos 1.800 kilómetros al oeste de la ciudad australiana de Perth.
A bordo del avión viajaban 153 chinos, 50 malasios (12 formaban la tripulación), siete indonesios, seis australianos, cinco indios, cuatro franceses, tres estadounidenses, dos neozelandeses, dos ucranianos, dos canadienses, un ruso, un holandés, un taiwanés y dos iraníes.EFE