Dos zimbabuenses comparecen este miércoles ante la justicia de su país acusados de caza furtiva por haber organizado el safari en el que murió Cecil, un león protegido al que un rico cliente estadounidense le disparó una flecha.
El estadounidense Walter James Palmer será el gran ausente de la audiencia, prevista en el tribunal de Hwange, junto al parque en el que se produjeron los hechos, pues abandonó el país antes de que estallara el escándalo, hace unos días.
Según una fuente cercana al caso, solo pasó una semana en Zimbabue a principios de julio, y no fue hasta después de su salida cuando las autoridades del parque y los defensores de la naturaleza alertaron de la muerte del león macho, célebre por su melena negra, poco frecuente en el África austral.
Cecil, que era la estrella de este parque al que acuden decenas de miles de amantes de los safaris fotográficos, nació en Hwange hacía 13 años.
En un comunicado publicado, Palmer, dentista de profesión, lamentó la muerte del león, pero aseguró que había seguido las indicaciones de sus intermediarios y que había “confiado en la experiencia de los guías locales profesionales para cazar en el marco de la legalidad”.
En el tribunal de Hwange esperaban en una sala este miércoles, libres y sin esposas puestas, Theo Bronjorst, organizador de grandes cazas de leopardo, y su compatriota Honest Tyrone Ndlovu, propietario de la granja en la que se encontraron los restos del león a principios de mes, gracias al emisor GPS instalado en el collar del animal.
Un amigo de la familia Bronkhorst, Ian Ferguson, defendió que se trató de un accidente. Theo Bronkhorst es “un gran profesional, un caballero y un protector de la naturaleza por encima de toda sospecha”, dijo al ser contactado por la AFP.
“Ni siquiera sabía que había leones provistos de collares en la zona, por no hablar del león Cecil. Los investigadores se comunican muy poco con las agencias de safari. Todo estaba perfectamente en regla”, afirmó.
Palmer aseguró no haber sido contactado por las autoridades de Zimbabue ni de EEUU, pero dijo estar disponible para “ayudarlas en sus investigaciones”. No obstante, según la ONG Zimbabwe Conservation Task Force (ZCTF), los cazadores intentaron, en vano, destruir el collar, antes de descuartizar y cortar la cabeza del animal, a modo de trofeo.
Los argumentos del norteamericano plantean algunas preguntas, como si este cazador confirmado se habría percatado de la melena negra del león, algo poco frecuente en el sur de África; o si los intermediarios locales habrían hecho documentos falsos para convencerle de la legalidad de la caza.
El cazador tampoco se pronunció sobre las 40 horas de asedio que según la misma ONG fueron necesarias para terminar de matar al león desde que resultó herido de flecha, ni sobre los 50.000 dólares que habría pagado a sus intermediarios.
Palmer cerró sus cuentas de Twitter y Facebook tras los ataques recibidos, y muchos defensores de la naturaleza acudieron a su clínica dental a dejar peluches y flores en recuerdo del león.
La asociación de defensa de los derechos de los animales PETA pidió en un comunicado que Palmer sea “extraditado, juzgado y preferiblemente ahorcado”, por haber matado a Cecil.
Cazadores del mundo entero se sienten atraídos por las conocidas reservas del sur de África, ricas en felinos, elefantes y rinocerontes. Esta caza, reglada y totalmente legal, es una importante fuente de ingresos en la región, pero también crea problemas.
En Zimbabue la caza sólo está autorizada en las reservas privadas y respectando ciertas cuotas, pero no en parques nacionales como el de Hwange.
Según la ONG ZCTF, el león Cecil habría sido atraído fuera del parque utilizando como cebo un animal amarrado a un vehículo, después de que fuera localizado por la noche con un foco luminoso.
Fuente: AFP