Durante sus comparecencias el mensaje es el mismo. “Sólo me preocupa el próximo partido”, argumenta el técnico del Barcelona, Luis Enrique. Aunque también deja una coletilla: “Y los que salgan a jugar son igual de competitivos”. La realidad, sin embargo, es otra. Siempre atiende a dos envites vista como se pudo comprobar en la jornada anterior ante el Betis, cuando sentó de una tacada a Piqué, Alba e Iniesta.
Entre otras cosas porque hoy se miden con el Espanyol a domicilio (16.00, Canal+ Liga) y, presumiblemente, será un equipo que acose arriba en momentos puntuales, del mismo modo que le entregue las bandas para cerrarse por dentro como ha hecho en las últimas ocasiones, tanto con Javier Aguirre como con Sergio González, a la espera de la decisión del recién llegado Galca. Así, se necesitará la salida de balón de Piqué, la profundidad por el costado de Alba y el desequilibrio de Iniesta. Resulta que el juego de las rotaciones y los malabares se le da de fábula a Luis Enrique.
La sensación es que el Barcelona se ha castigado las piernas hasta alcanzar casi el ecuador de la Liga, al menos de los futbolistas titulares porque la plantilla ha acusado múltiples lesiones, además de la falta de dos jugadores que se presuponen listos para competir por la titularidad como el volante Arda Turan y el carrilero Aleix Vidal. La realidad, sin embargo, es otra. Si bien el equipo lleva compitiendo desde el mes de agosto con las Supercopas y hasta en diciembre viajó a Japón para el Mundial de Clubes ya conquistado, el técnico hace encaje de bolillos en la Liga para mantener las cargas de trabajo. “Antes de cada partido tengo en cuenta todos los datos que afectan a los futbolistas, desde los partidos que han jugado, los minutos, los viajes transoceánicos... Pero no puedo hacer magia ni tampoco llamar a los del filial para luego no utilizarlos”, convino hace un mes Luis Enrique antes de medirse con el Leverkusen.
Aunque al Barcelona le quedan tres partidos para completar la primera vuelta, los números de la plantilla en cuanto a repartición de cargas de trabajo es realmente similar. En la temporada anterior, hubo 10 futbolistas que finalizaron la primera vuelta de la Liga con más de 10 encuentros a sus espaldas. De estos, sólo Mathieu era el único sin la aureola de titular. Y quedaba descolgado Suárez, con nueve duelos por esas fechas. Ahora, la situación es calcada porque nueve fijos han alcanzado los dos dígitos en los 15 primeros encuentros y sólo Iniesta (9), que se perdió un mes de competición por un problema en el bíceps femoral, y Messi (8), que sufrió una rotura en el ligamento colateral de la rodilla izquierda, quedan rezagados.
Un once de memoria
“Mi idea principal es ir controlando las cargas de los minutos de los jugadores. Eso desaparece en una situación como la que vivimos desde hace meses. Tengo dos interiores y no podemos elegir”, se lamentaba el entrenador a mediados de octubre. Y aunque Rakitic, Busquets e Iniesta han coincidido en siete partidos ligueros, el año pasado al acabar la primera vuelta lo hicieron en seis ocasiones. De hecho, tal es la similitud de cargas de trabajo, que la considerada defensa titular (Alves, Piqué, Mascherano y Alba) ha coincidido de inicio en tres partidos por los dos que lo hicieron en el curso anterior. Y la delantera innegociable —Messi, Luis Suárez y Neymar— más de lo mismo: seis veces en ambas temporadas.
Ocurre que Luis Enrique reserva el once de gala para las grandes ocasiones. En este año sólo lo ha utilizado contra el Valencia en la Liga y contra River Plate en la final del Mundial de Clubes; y en el ejercicio pasado lo usó cuatro veces en la Liga —dos justo después de caer ante la Real, momento de inflexión de este Barça— y otras dos al final del año para cerrar el laurel de la Liga. En Champions, aunque jugara Ter Stegen, sí que se repitió en los momentos claves, en un duelo ante el Manchester City y PSG, en los dos de las semifinales ante el Bayern y en la final frente a la Juve. “En enero será la panacea porque podrán jugar los fichajes”, soltó hace un par de meses el técnico azulgrana. Queda poco y sus malabares han sido bien parecidos.el pais